Las nieblas de Inés Arrimadas

Las nieblas de Inés Arrimadas

Tiene mucho que ver con los tiempos que corren que las tensiones en Ciudadanos –por ahora aquietadas con la victoria de Inés Arrimadas- coincidan con el pánico global del Coronavirus, el bajón de las Bolsas y la –en parte, correlativa- guerra de precios del petróleo entre Rusia y la OPEP. ¿Estamos en manos de la Bancos Centrales? En todo caso, Ciudadanos hoy  está en manos de Inés Arrimadas en un momento de mucha incertidumbre demoscópica después de unas elecciones generales poco fructíferas y con unas próximas elecciones autonómicas en Cataluña para las que Cs no está en su mejor momento después de haber sido el partido más votado en 2017.

El análisis más generalizado es que Rivera abandonó políticamente a Cataluña para intentar destronar a Casado como líder del centro-derecha, llevándose a Inés Arrimadas a Madrid como portavoz de su grupo parlamentario. Y también se ha criticado que Cs no sacase rédito político e institucional de sus resultados históricos en Cataluña. Ciertamente, los errores de estrategia son innegables pero no deja de ser curioso que buena parte de sus críticos –dando la cara o en la sombra- dispusieran de cotas de poder significativas y de presencia en los órganos de dirección. Han criticado el funcionamiento interno de Cs –siempre irregular en un partido de nuevo cuño- atribuyéndole a la lealtad de Inés Arrimadas parte de las responsabilidades directas de Albert Rivera, jaleadas en su día por quienes luego han pretendido liderar un sector crítico que en la elección del domingo, mientras el feminismo más radical nunca visto en España expulsaba a las representantes de Cs, ha constatado como la nueva líder se imponía en las primarias con un 76’91 por ciento de los votos.

Apuntalada sobradamente al frente de Cs, ¿qué estrategias va a asentar Arrimadas en un momento en que su partido parece estar entre nieblas bajas? A Pablo Casado y al votante de centro-derecha les interesa la máxima suma posible de factores para enfrentarse a un gobierno de coalición confusionista y deficientemente trabado. Ya tiene en ciernes unas elecciones gallegas en las que Feijóo puede volver a ganar, mientras que en las vascas –donde ya opera la suma PP-Cs- no se espera alzar el vuelo. No se da exactamente la misma incógnita en Cataluña. ¿Sería posible la suma del constitucionalismo? De ser factible, las expectativas son más que discretas. ¿Podría Arrimadas ser el motor de una nueva expansión del voto constitucionalista en Cataluña?

En realidad, hablamos de una sociedad polarizada, con los extremos candentes, pero también es cierto que no están suficientemente cuantificados. Incluso es posible que el voto más independentista, en la Cataluña profunda que rechaza la inmigración, se desvíe hacía Vox. Los extremos interactúan.  Para una Inés Arrimadas que se afilió a un partido de centro y regeneracionista, la agenda inmediata es de una complejidad abrumadora. O protagoniza hábilmente la fusión de su partido con la síntesis centro-derecha o se reinventa mágicamente para salirse de brumas y escollos como un personaje de Cunqueiro.

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