Navegante sin brújula
El Gobierno zozobra en una marejada de hechos probados. Sánchez entra en pánico y no rinde cuentas ante sus excesos. Como carece de un proyecto político para España, la nave se va a pique. Presiente el naufragio. Eligió mal su tripulación, qué turba de inútiles marxistas, por no citar a los piratas de reemplazo, bildutarras y catanazis, que enroló en la agitada travesía con la promesa de repartir el botín. El esquivo capitán no se somete a control parlamentario, mantiene su regla de oro e impone la bruma, sobre la transparencia. Peculiar y maquiavélico estilo de gobernar, bautizado como gobernanza. Así nos va con este navegante sin brújula.
Pero el zumbado de La Moncloa, según crónica de Carlota Guindal, acaba de toparse con una dura roca insalvable: el juez Llarena, que instruye la causa del procés y que ha remitido un oficio al tribunal de apelación de Sassari, en Italia, “para recordar que las órdenes de detención contra el prófugo Puigdemont, están activas y, además, pesa sobre él un auto de prisión incondicional, advirtiendo que ya tiene levantada la inmunidad y por tanto, no está protegido por su condición de europarlamentario”. De ahí que le tiemblen las gambas al maniquí, pues antes o después, el bufón de Waterloo acabará entre rejas y la mesa de diálogo arderá como una falla. Los Presupuestos de 2022 no pasarán el corte. Ciao amore, ciao, adiós Legislatura.
Estando tan revuelta la mar, las ratas se tiran por la borda y reviven los subvencionados kamikaces. “Iglesias atribuye – sin pruebas – a jueces y policías la detención de Puigdemont”. Este titular muestra el lado más zafio del nuevo rico burgués, que aún se las da de gran conspirador. Nada se opone a que digamos, partiendo del estúpido alegato, que el bufón de Waterloo, el zumbado de La Moncloa y el colega del tránsfuga, se han puesto de acuerdo para que escape el golpista. “Sin pruebas”, resulta fácil aventurar cualquier disparate…
He aquí una versión comprimida de politicastros perversos, que lo único que saben hacer es complicarnos y jodernos la existencia.
El bufón de Waterloo afirma que “España siempre hace el ridículo”. Lo dice un cobarde que jamás dio la cara y que se pliega como un paraguas en el maletero, para fugarse y difamar a nuestra nación desde Bruselas, donde deglute coles y paranoias. El que también ha hecho el ridículo, es el presidente del Gobierno, no España, aunque sólo sea por no haber trincado al mercader, con la de ocasiones que tuvo para encerrar al delincuente. El zumbado no abre la boca, ni detiene al reo, pero impide trabajar a la Justicia. Reconozcamos el récord que él y los suyos lograron: ¡la Deuda Pública: 1,42 billones! Bendita, corrijo, maldita recuperación. Por eso se hunde la nave.