Menos propaganda y más vacunas, Sánchez

Menos propaganda y más vacunas, Sánchez

Una de las singularidades que caracterizan al Gobierno que preside Pedro Sánchez (lo llamo “Gobierno” porque tiene en su mano las competencias y el Boletín Oficial del Estado, no porque se dedique a gobernar…), es el hecho de que su estrategia está definida por un publicista.

Como detallo en el capítulo 2 de ‘La Demolición’, la ausencia de ideas y de un proyecto para la sociedad del siglo XXI que aqueja a toda la socialdemocracia se percibe en España en toda su plenitud. La llegada de Sánchez al PSOE y al Gobierno ha transcurrido en paralelo al surgimiento y reforzamiento de los populismos, del miedo a lo desconocido, de la añoranza de viejas fronteras, del temor a las nuevas tecnologías, del futuro incierto… Si a eso le añadimos que los aliados elegidos por Sánchez para llegar y permanecer en La Moncloa son los representantes genuinos del populismo de ambas orillas ideológicas, los portadores de los discursos xenófobos (nada más de derechas más populista y más xenófobo que los nacionalismos) y del comunismo (millones de muertos en su nombre), convendrán conmigo que España, de la mano de Sánchez, se ha convertido en la tumba de la socialdemocracia.

Pero Sánchez no sólo ha tenido la “virtud” de enterrar la socialdemocracia y al partido que en España la había venido representando de forma mayoritaria e institucional desde la Transición; Sánchez ha enterrado la política, en el sentido más noble de la palabra, al fiar a un publicista toda su estrategia de Gobierno.

Algún día se estudiará el momento político, único en la historia de España, en el que mientras morían diariamente centenares de ciudadanos  y se sumaban miles de contagiados por la Pandemia de la Covid-19 la política estaba diseñada y dirigida aplicando las claves de la publicidad pura y dura.

Ha transcurrido un trimestre desde aquella imagen publicitaria en la que el primer cargamento de vacunas era exhibido envuelto en la bandera de “Gobierno de España”, como si las hubiera pagado Sánchez de su bolsillo, y desde ese momento lo único que ha quedado constatado es la incapacidad de Sánchez y toda su panda para hacer lo único que no puede hacer ninguna de las otras autoridades españolas: comprar y distribuir las vacunas.

Pues bien, así las cosas, en vez de hacer lo que políticamente debieran hacer para atajar los problemas y brindar soluciones a los mismos, han decidido hacer una nueva campaña de publicidad en la que nos cuentan “novedades”, convertidas en “éxitos” del Gobierno: cuántas vacunas van a llegar, cuándo van a llegar, cómo las van a distribuir… Y además alardean, por enésima vez, de que piensan cumplir los objetivos… ¿Qué objetivos? ¿Los de que íbamos a estar vacunados y con inmunidad de rebaño en junio? ¿En julio…? ¿O en setiembre, como dice ahora la ministra sobrevenida tras la escapada de Illa…?

La sobrevenida dice que el «nuevo» objetivo de tener vacunado al 70% en setiembre “está al alcance de la mano”. ¿Por qué nos faltan tanto al respeto? ¿Por qué mienten tanto? Para que ese objetivo se cumpliera sería imprescindible que a finales de abril estuviera vacunado el 80% de los mayores de 80 años, cuando en este momento en la mayoría de autonomías el 60% de los mayores de esa franja de edad han recibido… ¡sólo la primera dosis de la vacuna! Lo que significa que a este ritmo necesitaríamos dos años para conseguir esa esperada inmunidad de rebaño y al final del presente sólo se habría vacunado el 30% de la población.

Por mucha propaganda que se emita desde el timón de mando de Moncloa, en este momento más del 94% de la población aún no ha sido vacunada. La cruda realidad es esa; por mucha manipulación mediática que se siga haciendo (de nota el cuadro que emitieron en LaSexta, en el que para colocar a España entre los diez primeros de la tabla diseñaron una en la que ponían a los países de tres en tres…), por mucho dinero de nuestros impuestos que destinen a engañarnos, lo cierto es que España está a la cola de todo lo bueno (sólo Polonia ha vacunado en menor porcentaje de población que España) y a la cabeza de todo lo malo (campeones de muertes, en contagios, en parados, en deuda, en déficit, en pobreza…)

La inflexión del socialismo español, el abandono de sus principios, ha convertido al PSOE en un partido inútil para defender los valores constitucionales. Y como las desgracias nunca vienen solas, el proceso de selección adversa en ese partido ha llevado a que el Gobierno, empezando por su presidente, esté dirigido por los más inútiles, por los más mediocres, por los más incompetentes.

Sánchez ha convertido a España en la anomalía europea, en el único país gobernado por comunistas adoradores de Lenin y sostenido con los votos de golpistas y proetarras. Sánchez es un peligro para la seguridad nacional. La cuestión es cuánto tiempo más vamos a aguantar los españoles los desmanes y la incompetencia de este Gobierno de tramposos e irresponsables. Cuánto tiempo y cuántas desgracias más vamos a aguantar sin poner pie en pared.

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