Menos mal que Sánchez no necesita los votos de Hamas
Eso lo ha dicho en las redes un tal @Nanchinho. Y me ha parecido de lo más dolorosamente agudo que me ha llegado estos días. Tenemos a un individuo sin escrúpulos al que ha votado demasiada, demasiada gente. Gente a quien le importa un comino que la ciudadanía catalana haya tenido otra vez que dejar ocupaciones más gratificantes, ir a la playa, preparar el arroz, para agarrar la bandera e ir al Paseo de Gracia porque realmente tiene miedo. Miedo de que este sujeto que ya ha premiado con la rebaja del delito de malversación y con la derogación del de sedición a quienes pusieron en peligro nuestros derechos y libertades, amén de hacernos vivir unos años en absoluto vilo, vaya ahora a amnistiarlos. Al «sueño de Marchena» quiere convertirlo en un lapsus de más de diez años donde nada punible pasó.
Y allí estábamos el domingo. Y si no, como decía aquel epitafio humorístico, «en contra de nuestra voluntad», si irritados y sarcásticos, con esa cara de incrédulos y estafados que se nos viene poniendo desde que está ese tipo en el gobierno. Encima, sufriendo por si no íbamos a ser suficientes y causar el regodeo de la extrema izquierda sanchista y los independentistas.
Por suerte, no fue una concentración como la del 2017 (¡cómo iba a serlo si nos han abandonado los catalanes socialistas!), pero sí fuimos muchos. Más de los que nos esperábamos, la verdad. El Bien es más perezoso que el Mal. O por lo menos convoca menos frustrados de esos que les gusta tomar las calles y no digamos romper algún aparador. Aunque oyendo los educados discursos de los speakers esta irritación y ese sarcasmo del que les he hablado pugnaba por explotar. Un diablillo insistía en susurrarnos al oído: «¿No sería más efectivo estar ahora mismo frente a la sede del PSC haciéndoles llegar, por el método del lanzamiento, jugosos frutos de la huerta o de las aves de corral?». ¡Qué hartazgo, por favor!
Nosotros con discursitos versallescos y la extrema izquierda que está en el gobierno de nuestra nación predicando casi que los asesinatos y violaciones de Hamás los llevan a cabo, pobrecillos, por no se qué bloqueo al que les tiene condenados Israel. Bloqueo que no impide, por lo que se ve, importar todo tipo de armamento, motos, vehículos y hasta parapentes. Un gobierno con un caos mental que no es sólo de podemitas y filoetarras: nuestro presidente también juega a ponerse la kufiya y hacerse el activista. En una entrevista en El Mundo este martes, la vicealcaldesa de Jerusalén, Fleur Hassan Nahoum, dice que Sánchez mandó un vídeo apoyando las manifestaciones que tuvieron lugar en su ciudad hace un par de meses en contra de la reforma del poder judicial. Con toda la razón la señora dice: «Imagínense que un primer ministro israelí manda un vídeo a favor de una manifestación en el norte de España. Pero, ¿qué tiene que ver este hombre con nuestros asuntos internos?».
Se nota que no le conoce. Él ha venido a ser el Gran Perejil de todas las salsas. Apoya una manifestación en Jerusalén y a nosotros nos cubre de desprecio por asistir a otra motivada por el peor embolado en el que nos ha metido hasta ahora.
Mucho, mucho nos ha «desinflamado» Sánchez. Las declaraciones de la portavoz del gobierno catalán, Patricia Plaja, dejan claro quienes son los marginados en Cataluña. «La manifestación de este fin de semana en Barcelona no es a favor de nada es una vez más en contra de los catalanes, es una manifestación anticatalanista», afirmó en una rueda de prensa oficial. Como dice el amigo Xavier Rius: «Ahora sí que Cataluña se encamina con paso lento pero seguro hacia un conflicto civil».