Más ejemplo y menos mitin
Los sindicatos son los principales responsables de que el 1 de mayo sea más popular entre los ciudadanos como jornada de asueto que por ser el Día del Trabajador. La calle es un contexto extraño para aquellos representantes que han hecho del sindicalismo una profesión a tiempo completo y con plaza en propiedad. Poca regeneración pueden exigir desde UGT y CCOO cuando sus siglas y estructuras internas funcionan como dos anacronismos. A pesar de que una vez al año dejen la americana y el despacho para poner los pies sobre el asfalto, el hábito también hace al sindicato y, de tan desentrenados en la defensa de los trabajadores, su credibilidad está en números rojos. Cada vez con menos afiliados y un poder de convocatoria exiguo, contrasta la profusión dialéctica de jornadas como la de este lunes con la falta de ejemplo durante el resto del año. Dicen que lucharán contra la «corrupción pornográfica» y amenazan con una creciente «conflictividad». Sin embargo, se olvidan de precisar asuntos tan «pornográficos» —por seguir con el léxico sindical— como el fraude en los «cursos de formación», los ERE de Andalucía o las célebres mariscadas.
Asuntos que han provocado la lógica desafección en los españoles. Además, resulta inquietante que la propuesta estrella de los secretarios generales de CCOO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Pepe Álvarez, para mejorar el empleo sea la derogación de la reforma laboral aprobada en 2013 por el Gobierno. Una medida que en menos de cuatro años ha reducido el paro del 27,16% al 18,7%. Con España a pleno rendimiento y la previsión de que el desempleo llegue a cifras de antes de la crisis en 2020, tal disparate está a la altura de populistas como Pablo Iglesias o Pedro Sánchez. Nuestro país es hoy paradigma de recuperación en Europa. Por supuesto que aún queda un trecho por recorrer y que los trabajadores tienen que ver mejorados sus salarios, pero incluso el candidato de centro a las elecciones presidenciales de Francia, Emmanuel Macron, ha elogiado el trabajo realizado por la ministra Fátima Báñez. Hasta el punto de decir que dicha reforma «tiene sentido en Francia». Algo en lo que también coincide la canciller alemana Angela Merkel.
España creó más de 600.000 puestos de trabajo en el último año y se convirtió en el tercer país del mundo donde más se reduce el desempleo. Cifras como base de una realidad que en el Día del Trabajador deberían servir para ahondar y fortalecer las acciones que nos han traído hasta aquí. No para la instrumentalización política que han hecho los sindicatos. En vez de mostrar voluntad de diálogo y acuerdo de cara al futuro, han vaticinado un «calvario» para los empresarios. Como si el final del paro estructural que padece nuestro país se lograra a punta de amenaza. Lamentablemente, y a pesar del buen momento que atravesamos, es preocupante comprobar cómo los sindicalistas estaban tras las pancartas pero las ideas parecían haberse ido de puente.
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