Leonor, Felipe VI y la plataforma petrolífera
Tras la emotiva visita de la Princesa Leonor y la Infanta Sofía a Figueras, en la que estuvieron en el Museo Teatro Dalí y saludaron uno por uno a los centenares de catalanes constitucionalistas que se concentraron para mostrarle el cariño que sienten hacia la Familia Real, llegó la decepción. Al día siguiente se entregaron los Premios de la Fundación Princesa de Gerona fuera de su ubicación natural, que debería ser la provincia de Gerona. Que yo recuerde, los premios Princesa de Asturias no se entregan en Santander o en Lugo. Pero para no ‘molestar’ al separatismo hace años que los premios Princesa de Gerona se trasladaron a Barcelona.
Además, acto de entrega de los galardones no se celebró en el centro de la capital catalana, sino en un auditorio en Cornellà de Llobregat que está rodeado por un centro comercial y un nudo de autopistas. Más apartado imposible. El local es magnífico, ese no es el problema. Y que se entreguen en Cornellà tampoco. De hecho, que la Familia Real visite el área metropolitana de Barcelona es magnífico, el corazón de la ‘Tabarnia’ que lucha contra el separatismo necesita sentir el aliento de nuestros Reyes. Pero la ubicación escogida estaba tan apartada del meollo de Barcelona que la sensación de «vamos a pasar desapercibidos para que no se enfade el separatismo» era más que evidente. El Gobierno de Sánchez cometió un nuevo error de bulto para no ‘molestar’ a sus aliados secesionistas, como cuando, de manera vergonzosa, impidió a Felipe VI en el año 2020 participar en la entrega de despachos a los jueces en la Escuela Judicial, en Barcelona.
Ya puestos, enfrente de la costa de Tarragona debe quedar alguna plataforma petrolífera en desuso que se podría haber acondicionado para la entrega de los premios. Allí el separatismo aún se habría considerado menos ‘molesto’. El constitucionalismo ha cedido tanto terreno frente al independentismo catalán, que no es que hayan ganado el ‘relato’. Simplemente han borrado del mapa los derechos civiles de los catalanes no secesionistas. No importan ni nuestros sentimientos, ni nuestra condición de ciudadanos. Simplemente no se nos considera. Y al Gobierno de Sánchez le importa un pito, a fin de cuentas, cada vez que aleja a la Corona de los ciudadanos sus socios podemitas, y la gran mayoría de sus aliados parlamentarios, disfrutan.
Si el Gobierno de España sigue aconsejando a la Casa Real que no ‘moleste’ evitando, o intentando minimizarlas, las visitas de los Reyes o de sus hijas a Cataluña para no ‘desairar’ al separatismo, que la próxima entrega de los Premios Princesa de Gerona la hagan en el Palacio de la Zarzuela. Aunque me temo que los separatistas también se ‘molestarán’, porque el que vive ofendido, y saca abundantes réditos de su condición de ofendido perpetuo, nunca va a dejar de quejarse. ¿Y si dejamos que el Jefe del Estado y su familia hagan llegar a los ciudadanos catalanes que defienden nuestra democracia y nuestro orden constitucional su aliento? ¿O es que solo hay que complacer a los que golpistas que quieren acabar con nuestro Estado de derecho?.
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