Junts y ERC, ‘locos’ por el PSC
Junts parecía instalado en el inmovilismo más absoluto respecto a los socialistas, dado que la todavía presidenta de la formación, Laura Borràs, representa a los sectores más ultramontanos del partido que consideran a la formación que dirige Salvador Illa los «carceleros del 155». El pacto que mantiene Junts con el PSC en la Diputación de Barcelona – la administración catalana más importante tras la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona – sería una especie de herencia envenenada del PDeCAT que tendría como fecha de caducidad mayo de 2023, mes en el que se celebrarán las elecciones municipales.
Pero el sector del indultado Jordi Turull, deseoso de restaurar los oropeles de la antigua Convergencia como eje central del nacionalismo – ahora directamente separatismo – catalán sabe que si se cierra a posible pactos postelectorales con los socialistas tras las municipales está regalando el mapa del poder local a ERC. Y, aprovechando que Borràs esta debilitada por sus problemas judiciales y que las relaciones de Esquerra con el PSC son como el Guadiana, que aparecen y desaparecen a golpe de titular del Telenotícies de TV3, la neoconvergencia pragmática intenta, poco a poco y sin que se note el cuidado, tender puentes con los socialistas. Sobre todo si Rufián se empeña en mostrar balas de pega a Pedro Sánchez para insinuar que es cómplice de asesinatos de inmigrantes.
La victoria por los pelos de Pere Aragonès sobre Carles Puigdemont en las elecciones autonómicas de 2021 fue un duro golpe para la neoconvergencia más consciente de su tradición e historia, la de ser el auténtico partido del poder en Cataluña. Turull y el sector más pragmático – eso no quiere decir que no sean unos separatistas fanáticos – saben que si pierden el poder local por goleada el cambio de ciclo dentro del nacionalismo catalán será irreversible durante décadas. De ahí que intenten no cerrarse puertas para no regalar a Oriol Junqueras la hegemonía política.
Los socialistas catalanes, de momento, están a verlas venir. Su objetivo es consolidar e intentar ampliar su poder municipal, sobre todo a costa de Ciudadanos, que se convirtió en el 2019 en un partido con una notable presencia local, sobre todo en las localidades de los cinturones de las principales ciudades catalanas. La fuga en los últimos años de un buen número de regidores hacia otras formaciones, y los malos resultados conseguidos en las autonómicas de Madrid, Castilla y León y Andalucía, hace que los antaño votos de Cs en el poder local sean codiciados, y no solo por los socialistas, dado que un VOX en alza, un PP en reconstrucción y un Valents en expansión también buscan pescar en esas aguas.
Los socialistas buscan dejarse desear por los partidos separatistas de cara a los pactos postelectorales, para no cerrarse opciones, pero sin que se note mucho dado que podría costarle no solo conseguir nuevos votos dentro del electorado constitucionalista, sino perder buena parte de los que ya arrebató a Cs en las autonómicas de 2021. Algunos de ustedes se preguntarán por qué hablo de «electorado constitucionalista» del PSC cuando Pedro Sánchez tiene como socios de gobierno a formaciones supremacistas como ERC o EH Bildu. Así es la política catalana, el principal partido que representa al electorado no separatista es el PSC. La mayoría de los votantes no secesionistas no quiere saber nada del PP, de Cs han huido un millón de personas – sobre un electorado de unos seis millones de catalanes – y VOX, aunque se ha convertido en la principal fuerza del centro-derecha, no ha conseguido, ni de lejos, aproximarse a lo que Ciudadanos significó tras las victoria de Inés Arrimadas en las autonómicas de 2017.
Cs ha decidido sobrevivir, tras unos meses empeñado en el suicidio asistido, y va a luchar por mantener su presencia en las principales ciudades catalanas. No lo tendrá fácil, aunque si Sánchez sigue empeñado en su política de gestos hacia ERC y EH Bildu puede dinamitar los esfuerzos de Salvador Illa para incrementar su presencia en el mapa local. Si así fuera, Ciudadanos tendrá una oportunidad.
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- Laura Borràs