La izquierda huye de la libertad

woke

¡Ave, wokistas, los que amamos la libertad, os saludamos!

Así podría haberse inaugurado el año I d.w. (después de lo woke) que impulsa una nueva política mundial, donde los ingenieros sociales están siendo sustituidos por los arquitectos del sentido común, gracias a la aparición de líderes que han sabido articular muy bien el desencanto con las políticas censoras de una izquierda sin norte ni perdón, que, apoyada por cierta élite millonaria, ha querido cambiar los patrones que edificaron la civilización occidental. Por suerte, sólo les ha durado una década su predominio político y mediático. La victoria de Trump se entiende y extiende en un ámbito que va más allá de lo geoestratégico y político.

Con su segundo advenimiento a la Presidencia, la financiación por parte de las empresas tecnológicas a toda una industria fraudulenta basada en el catastrofismo y la causita identitaria cesarán para volver a una normalidad basada en la innovación, las ideas de progreso y el emprendimiento, donde el talento y el mérito serán recompensados en detrimento del victimismo y el llanto trágico tan propio del vividor de lo ajeno. Nos viene un mundo más libre, donde la revolución no se ha impuesto con sangre, como acostumbra a hacer la izquierda de toda corte y condición, que sigue sin asumir que el poder es tan etéreo como su apego a la verdad.

La victoria de Trump es una gran noticia para Occidente y devolverá a muchos países la confianza en que se puede derrotar al socialismo. Su visión del Estado -interventor en justa medida- y aversión a la filosofía woke totalitaria, ejercerá de tsunami en toda Hispanoamérica y también consolidará los cambios que Europa viene advirtiendo y que hacen de los dirigentes de la Unión una oficina de intereses corruptos cada vez más absortos en su burbuja reguladora e intervencionista y aislados de las necesidades ciudadanas más urgentes.

También caerá ese colectivismo de ursulitas y carmelitas que gobiernan de espaldas a los intereses del continente. Y para los que repiten, de manera falsaria y cansina, el perjuicio que las políticas de Trump causarán a los productos españoles por los aranceles que impondrá, es preciso acotarles dos cuestiones: una, que Trump no inventó los aranceles en Estados Unidos, práctica económica habitual de toda administración norteamericana y que el nuevo presidente ejecutará con mayor intensidad hacia otros países (ejemplo, Canadá o México) y dos, que el perjuicio al sector primario español vendrá más de la mano de la misma Unión Europea que lleva años privilegiando los intereses agrícolas y pesqueros de Marruecos (por orden de Francia) por encima de los de España, y que ha expropiado miles de hectáreas de olivar y otros cultivos para instalar placas solares que están sirviendo para que los empresarios de las mismas se forren a costa de nuestra despensa.

Al margen de esto, y por seguir con las consecuencias del regreso de Trump a la Casa Blanca, causa hilarante sonrisa la respuesta de la izquierda nacional, tan ridícula como iletrada, e internacional, tan acorralada como extrema, de abandonar X por constituir una red de desinformación, según su criterio amorfo. Siguiendo instrucciones, el ejército woke sale en comandita para decirle al mundo que no le escucha que ya no soportan comunicar sin tener al árbitro a su favor, permitiéndole insertar mentiras y bulos en sus informaciones. En realidad, el ejército de activistas zurdos se va porque ya no tienen la red que soporta el peso de sus mentiras ni el hedor de sus bulos. Se van porque son incapaces de jugar con las mismas reglas y evidencian así su inferioridad moral e ideológica. Se van porque odian la libertad y lo que significa.

Odian a Musk porque representa lo contrario a su impostura de vividores de la subvención pública y el trinque constante. El fundador de Tesla o SpaceX sabe el grado de corrupción que había en la antigua red de cuyo nombre sólo se acuerdan quienes ejercían de inquisidores sin compasión. Los mismos que ahora pretenden prohibir a Musk en Bruselas, con la falsa excusa de que viene a desestabilizar la democracia. Detrás de esa impostura de quienes actúan como parásitos inútiles en las instituciones europeas sin que nadie les haya votado, se encuentra el miedo a que el bueno de Elon revele cómo muchos eurodiputados votaron a favor de que Europa se llenara de placas fotovoltaicas para llenar los bolsillos de los cuatro ricachones woke.

La contraprestación a cambio de ese voto a favor que destrozó, como mencioné algún párrafo atrás, hectáreas de olivar y cultivo de regadío en España, se la pueden imaginar. Y de paso, imaginen también que ahora, serán ustedes más libres para opinar y decidir donde informarse, para cuestionar lo que le cuentan los medios tradicionales sin pasar por la nariz verificadora de quien ha hecho negocio de la mentira, el bulo y la extorsión. Se acabó lo woke que se daba, y por eso, los zurdos, que tan bien vivían en la prohibición, huyen como ratas.

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