La Internacional terrorista

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El terrorismo ataca Israel y el Occidente más miserable y totalitario, que no por casualidad se sitúa en los márgenes que la izquierda política transita, corrió rápido a justificar el crimen, centrando la responsabilidad del mismo en el Estado que más y mejor garantiza las libertades civiles y la democracia en la región. Hay una pulsión estúpida en el progresismo mundial que le hace deudor de causas asesinas y totalitarias que no dudarían en exterminar lo que representan. No es síndrome de Estocolmo, es pura idiocia buenista.

No entendemos en la Europa tontaina que nuestros patrones morales no sirven a la hora de juzgar a aquellos que consideran la vida y la libertad obstáculos prescindibles a su sinrazón terrorista. El islamismo es incompatible con los valores y principios fundados en la filosofía grecorromana y el saber cristiano, pilares sobre los que se edificaron nuestros cimientos continentales. Y los terroristas de Alá lo saben, por eso no dudan en usar a la población civil de escudo e incluso deciden sacrificar a musulmanes que no abracen su credo oscuro y mortífero. No hay acto de terror que no sea grabado por el terrorista para causar aún más dolor en el mundo libre, tan ingenuo como permisivo con quienes ya iniciaron el reemplazo demográfico en territorios que aún resisten en su infinita bondad migratoria. Esa resistencia, en esta Europa apática y decadente, no durará mucho tiempo.

Las imágenes que estamos viendo sobre el ataque a Israel lo resumen todo: mujeres vejadas y usadas como trofeo, ancianos sacados de sus casas y asesinados, civiles masacrados en viviendas y paradas de autobuses. Y todo ello, acompañado del silencio feminista y la cobardía progre, que, en el mejor de los casos, guarda una equidistancia miserable entre agresor y agredido. Y cuando esto ocurre, ya sabemos de parte de quienes están. Los enemigos no los tenemos en las fronteras, cruzadas o no, tampoco a las puertas de ella. Los enemigos de la democracia liberal están dentro de nuestro sistema y son los propios europeos, de izquierda en su mayoría, que prefieren sentenciar su futuro abdicando de su responsabilidad con causas nobles y libres para entregarse a lo más abyecto, inmoral y totalitario que existe por el orbe.

En España, sin ir más lejos, tenemos en el Congreso a embajadoras y protectoras del terrorismo de Hamás, como la diputada saharaui de Sumar, de cuyo nombre no quiero ni espero acordarme, quien, de inmediato, junto a otros representantes de la izquierda indigna, se apresuró a hablar de manipulación mediática en el mismo momento en el que las televisiones retransmitían la muerte en manos del terror. Sin máscaras ni ambigüedades, porque sabe que, para progresar en la poltrona del chiringuito montado por la política artificial sin inteligencia de su jefa, es necesario ponerse siempre del lado del mal. Ya nada extraña ni sorprende en un país con un Gobierno integrado por representantes que defienden el terrorismo, cuyos socios han celebrado el asesinato de niños y mujeres; gente, en definitiva, que justifica y felicita la violencia contra el que piensa diferente. He aquí la verdadera Internacional terrorista. Esto es lo que hay y lo que viene. Preparémonos.

Hamás no es una organización más. Es el nombre con el que el terrorismo sacude Oriente Próximo y lo desestabiliza. Pero sus patrocinadores no están en Palestina, sino en Irán, en Rusia y en ese Occidente cobardón y miserable que defiende a quienes desean su liquidación y celebran la muerte de quienes lucharon por proteger su existencia. Porque Israel es hoy el dique de contención frente a la barbarie que representan todos los que hoy celebran al ataque terrorista a la única democracia de la zona más inestable del mundo. Apoyar a movimientos que sueñan con arrasar los cimientos que hicieron de Occidente cuna de la Ilustración, la racionalidad, el pensamiento y la libertad es propio de la estupidez con que la izquierda gobierna medio mundo. Israel ejerce hoy la democracia con la misma convicción con que Europa vive su decadencia. Sin Israel, Occidente caerá, tarde o temprano.

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