Los impuestos altos ponen en riesgo el Estado del Bienestar
El Gobierno se empeña en no bajar los impuestos mientas, como yo decía hace unos días en OKDIARIO, incrementa su recaudación a costa del sufrimiento de familias y empresas, que al aumento de la inflación han de sumarle el mayor volumen de impuestos que tienen que pagar en los indirectos, al gravarse sobre una base mayor derivado del alza de precios, y a la progresividad en frío que sufrirán en el IRPF de incrementarse su salario.
Ante ello, el Gobierno hace oídos sordos y se enroca en su política inútil de reparto de subvenciones, que llegan tarde y que contribuyen a la asfixia de muchos empresarios, como en el caso de la compensación del precio de los carburantes, que tiene a muchas pequeñas gasolineras ahogadas al tener que adelantar la subvención. Al Gobierno, con tal de no ceder en su empeño dogmático, en lugar de bajar impuestos, todo parece darle igual, aunque la estrechez de familias y empresas esté llegando ya a límites insostenibles.
Sería mucho más efectivo, rápido y transparente, sin causar quebranto ni a familias ni a empresas, que el Gobierno rebajase el impuesto de hidrocarburos al mínimo permitido -otros 5 céntimos- y solicitase autorización a Bruselas para bajarlo más. De igual modo, además de pedir permiso a la UE para aplicar a los carburantes el IVA reducido, puede bajar, al menos temporalmente, sin necesidad de permiso europeo, el tipo del IVA general a todos los productos de dicho grupo, porque para ello, con el suelo de un tipo del 15%, no necesita autorización comunitaria. Es cierto que tiene más efecto positivo sobre la economía una bajada de impuestos directos que de indirectos, pero como parece que los directos no los va a bajar -IRPF y Sociedades, principalmente-, al menos que reduzca los indirectos.
Y en el caso de uno de los directos, el IRPF, debería, en cualquier caso, deflactar la tarifa por la inflación, ya que los incrementos de recaudación derivado de los saltos de tramo por subida salarial originada por el incremento de precios, son recibidos por el Gobierno a costa del padecimiento de los ciudadanos, que no ven mejorado su poder adquisitivo porque la mayor parte del aumento se lo lleva el Estado. Es obvio que lo prudente es que haya contención salarial, para evitar una espiral precios-salarios, pero, si dicho aumento se produce, lo que no es de recibo es que se lo quede el sector público por un efecto artificial.
La rebaja tributaria se la viene pidiendo la oposición desde hace tiempo. Concretamente, el PP se la solicita desde hace un año al menos, primero Pablo Casado y, ahora, su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, pero el Gobierno no escucha.
No bajar impuestos es un error. El Ejecutivo se escuda -se lo hemos oído decir a la ministra de Hacienda, primero, y a la vicepresidenta económica, después- en que si se bajan impuestos se pone en riesgo el Estado del Bienestar. Falso. Cuando se pone en riesgo el Estado del Bienestar es cuando no se controla el gasto y se incrementa el mismo; cuando el gasto estructural se acrecienta; cuando el déficit estructural no baja y cuando la deuda se mantiene en niveles desorbitados. Eso es insostenible y una subida de impuestos sólo conseguirá atenazar más a la actividad económica y al empleo y, con ello, a la recaudación, de manera que, en el medio plazo, el déficit se resentirá negativamente. En definitiva, no bajar el gasto improductivo e ineficiente y negarse a bajar impuestos es lo que pone en peligro la financiación del Estado del Bienestar, porque tensará el déficit y, cuando se recupere la obligatoriedad de cumplir con la senda de estabilidad, obligará a hacer duros recortes -como los que Rodríguez Zapatero hizo en mayo de 2010- por no haber hecho reformas antes.
No es ya que reduzcan el número de ministerios, asesores o vehículos oficiales; eso puede hacerse porque no es estético, pero donde debe reducirse el gasto, y mucho, es el gasto burocrático ineficiente, que la AIReF ha cuantificado recientemente en 60.000 millones de euros. Esa cantidad equivale a un 5% del PIB, cifra similar a la que supone el déficit estructural español. Sin reducir ese déficit estructural, el Estado del Bienestar estará en riesgo, por mucho que el Gobierno afirme lo contrario.
Por tanto, son los impuestos altos los que ponen en riesgo el Estado del Bienestar, la financiación de la Sanidad, la Educación, los Servicios Sociales, porque son los impuestos altos los que entorpecen y merman la actividad económica, los que destruyen empleo; en definitiva, son los impuestos altos los que empobrecen a la sociedad, esos impuestos altos que el Gobierno se empeña en mantener mientras las familias hacen números por las paredes para llegar a fin de mes y las empresas ya no saben cómo abaratar costes para poder seguir produciendo. Siempre que el socialismo niega la existencia de una crisis y adopta medidas de gasto desmedido e impuestos altos, deja la economía española en una muy difícil situación, que tendrán que arreglar otros.
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