Iglesias es la cloaca en las encuestas

Pablo Iglesias está tocado y hundido en las encuestas. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) así lo confirma. Ni siquiera sus propios votantes, que cada vez son menos, lo ven ya como un referente. Entre los que votaron a Unidos Podemos en las últimas elecciones prefieren al coordinador de Izquierda Unida, Alberto Garzón, antes que al secretario general de Podemos. No es de extrañar. En democracia la disparidad de ideas siempre es constructiva y enriquecedora. No obstante, mientras Pablo Iglesias se abona al populismo más cerril y a la vergonzosa connivencia con los independentistas vascos y catalanes, Alberto Garzón defiende sus ideas de izquierda con una congruencia de la que adolece Iglesias.
Además, el líder morado se ha olvidado de la “política participativa” que tanto pregonó en sus principios para dirigir su partido bajo el principio impositivo del ordeno y mando. Una manera de proceder que ha desencantado a miles de partidarios. La formación se presentaba como “nueva política”, pero en menos de cuatro años se ha convertido en el pez globo de la representación en España: muy hinchado al principio para acabar en nada al poco tiempo. Gran parte de la responsabilidad la tiene Iglesias, que ha arrastrado a la formación con su mala praxis hasta convertirla en marginal y de corte radical. Incapaz de capitalizar el desapego que muchas personas tenían tras casi una década de crisis económica. Iglesias está en las cloacas de las encuestas. Prueba de ello es el raquítico 2,77 que tiene en el último CIS.
Un guarismo sin trampa ni cartón, ya que lo ponen los españoles. Eso a pesar de estar en el siempre agradable lugar de la oposición que, lejos de desgastar, invita a hacer méritos ante el electorado. La crisis política del secretario general de Podemos es también la de su propio partido. Lejos de conseguir sobrepasar al PSOE, el sorpasso lo ha dado Ciudadanos. Un partido joven que, a diferencia de los morados, sí ha sabido consolidarse como fuerza emergente en nuestro país. Hasta el punto de situarse como una verdadera alternativa al Gobierno del Partido Popular. Iglesias tenía una oportunidad histórica, pero histórico ha sido el batacazo que se ha dado. Pasará sin pena ni gloria como un político fugaz, consumido por una irrefrenable tendencia menguante. Mientras dure su liderazgo en Podemos, el asalto a los cielos se va a quedar en un simple batacazo contra el suelo.
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