El Gran Hermano digital y socialista

Gran Hermano socialista

Cuando al socialismo se le deja entrar en tu habitación, lo hace a todos los efectos. Y con todos los resortes. No importa que sea en un mundo analógico o bajo la modernidad digital. Quiere llegar a cada rincón de tu libertad y de tu alma, porque así se define su esencia y existencia, en función de lo que arruina la vida ajena. Lo hace en nombre de la democracia y bajo excusa de progreso.

Inocula la dormidina habitual en la población ilusa que sigue creyendo que el socialismo algún día triunfará, aunque no deja más que cadáveres cuando lo intenta. Si uno rasca en la historia, desde Lenin hasta hoy, no existe dictador que anuncie una medida que no venga acompañada de la siguiente justificación en defensa de la libertad del pueblo, la seguridad del pueblo y el bienestar del pueblo. Y siempre bajo el boato de una intervención pública en la que los palmeros que le rodean y los medios que le adulan amplifican el sentido del engaño.

Ni el peor sátrapa toma decisiones unilaterales con retórica de apocalipsis. En la España de opinión mansurrona y activismo de manada, cada acción de Sánchez se condecora con editoriales de progreso, que, en boca de la izquierda, y de Pedro, significan todo lo contrario.

Cuando Sánchez habla, aquello que dice representa lo que desea, lo que odia o lo que acontece. A veces, todo a la vez. Ahora saca de su chistera bolivariana una nueva ley para controlar (en su neolenguaje, «regular») lo que sucede en las redes sociales. La explicación que da expresa bien la naturaleza tiránica del sujeto: «Las redes sociales son auténticos campos de batalla donde la mentira viaja en ellas mucho más rápido que la verdad». Cuando a Sánchez se le lee y traduce, hay que hacerlo siempre a la inversa. En realidad, nos está diciendo que como ya no puede imponer su mentira con la impunidad de antaño, se va a ocupar de prohibir la verdad para garantizar su progreso.

Antes, lo que se llamaba Twitter, el nombre y en nombre de la censura hacía que la mentira y el bulo woke viajaran sin problema por las redes, y eso al tirano de Moncloa le parecía fetén. Como buen zurdo, no sabe jugar en igualdad de condiciones, y ahora que la ley digital es la misma para todos, busca el desequilibrio de nuevo, imponiendo por ley su criterio, contrario a toda razón.

El socialismo, sea analógico o digital, vive de levantar muros, en las calles y en las redes, y siempre bajo capas de la misma libertad que no soporta. Primero se fueron a la república democrática de Bluesky los censores que ordenaban la muerte digital de cualquiera que osara contradecir los mandamientos zurdos verificados. Después, se anuncia un intento por desestabilizar la democracia de aquel que inaugura X con la libertad por bandera, dejando que sea el ciudadano, y no una empresa elegida a dedo, quien determine qué quiere leer y cuándo, participando de la conversación y denunciando las mentiras informativas de los medios tradicionales. Y al final, como no pueden controlar la autonomía y libertad individual, regresan al estadio inicial inquisidor y ordenan legalizar la vigilancia y la delación para volver a regar de mentiras las redes.

Donde estaba la empresa de Ana Pastor y los vallines, facuos y maestres decidiendo a quién cancelar, estará un comité censor que prohibirá todo aquello que dañe la credibilidad o reputación del sanchismo y del amado líder. Antes era el sector privado subvencionado por el Gobierno quien ejercía de policía en las redes y, ahora, será el propio Gobierno, a través del BOE, quien oficializará la nueva checa digital.

La estrategia de quien manipula la historia, violenta la verdad y aniquila la democracia es seguir en el esfuerzo retórico de la transposición, y acusar al adversario de lo que uno hace, consciente del nivel intelectual y crítico de sus votantes. El tirano que ha puesto el Estado a su servicio y un partido a sus pies, pide ahora a la nación de ciudadanos libres e iguales que confíen en su medida protectora en las redes. Porque nadie cuidará mejor del rebaño que el pastor que vigila el buen funcionamiento de su autocracia progresista. Lo orwelliano ya es digital.

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