Fórmula contra el hambre: cambiar el nombre a las calles

Fórmula contra el hambre: cambiar el nombre a las calles

En los muy serios disturbios acaecidos en días pasados en las calles de Cádiz se ha producido un hecho conmovedor. El alcalde radical Kichi, amigo y socio (o ex) de Podemos, que disfruta de cinco ministros en el Gobierno de la nación, ha recuperado del modernista baúl leninista la fórmula de sus ancestros políticos para terminar con el hambre y la penuria de sus conciudadanos: cambiar de nombre las calles.

Desempolva, con gran inteligencia progresista (¡faltaría!) el nombre del proletariado confundiendo (o no) Cádiz (2021) con San Petersburgo (1917). Pretende el buen ex liberado sindicalista nadar (transmitir la idea de que está con la lucha en las calles) y guardar la ropa (no citar a su coleguilla Díaz, vicepresidenta de ese Gobierno al que Kichi culpa de machacar con tanquetas y de mandar al gremio de parias a los trabajadores del metal).

¡Estamos salvados! Cambiamos un par de calles de nombre y asunto solucionado. Tal y como están las cosas en España la solución es imitar al imaginativo y enjundioso alcalde gaditano. Con remozar el callejero de los más de 8.000 municipios que integran el territorio nacional el país reluciría como una patena en Jueves Santo. Se acabaría el paro, el salario mínimo llegaría a los 3.000 euros, barra libre en las gasolineras, desaparecería el recibo de la luz y a partir de la iniciativa kichitesca jabugo para todos.

Chacotas al margen, el hecho cierto es que dado el nivel de conflictividad que empieza a transpirar España pudiera dar la sensación a algún observador despistado que en Moncloa continúe Mariano Rajoy y en el ministerio de Trabajo, Fátima Báñez. Sólo habría un dato que podría llevar a concluir que ahora mandan los que antes tanto criticaban. Y es que a los sindicatos UGT, CCOO, el gato les ha comido la lengua. ¡Coño, qué raro! No, oiga, no. Sus legendarias bacanales subvencionadas continúan intactas y en aumento.

Definitivamente, la izquierda -cuanto más radical mejor- es buena en el panfleto, la algarada frente a la derecha gobernante, dar gato por conejo, manipular la historia, confundir las responsabilidades y echar la culpa de aquellos males producto de su incompetencia a Chindasvinto o Recaredo, dependiendo del día. Cuando tiene que gobernar y gestionar cosas de comer es cuando aparecen sus enormes carencias e incapacidades, entre otras cosas, porque continúan chapoteando, 32 años después, en aquellos polvos que produjo el derrumbe del Muro de Berlín. De ahí no salen.

Como muestra, el Kichi.

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