Fiscales: Junqueras ya no necesita ni amnistía, ni indulto
Lo vienen advirtiendo desde el mismo día en que se conoció la sentencia de Junqueras y compañía: “Sánchez -decía por entonces el fiscal Zaragoza- ya no necesitará ofrecer el indulto, mucho menos la amnistía, que está prohibida en la Constitución, para sacar a los presos de la cárcel; la rebaja de rebelión a sedición permite que en tres o cuatro meses estén todos en la calle”. Se ha cumplido el pronóstico y los penados ya han abandonado la prisión. Los fiscales antes y ahora, opinan que Sánchez y su cuadrilla ya han transmitido a sus interlocutores de la mesa del bochorno que no se gasten con sus peticiones de amnistía, que ya tiene la respuesta del Gobierno a sus exigencias. Es más, lo que se temen estos fiscales es que en muy poco tiempo Junqueras y su banda de sediciosos puedan alargar sus tres días actuales de libertad, a, literalmente, “un segundo grado que parezca un tercero”, o sea, que, a lo más, en el mes de junio, tirando por largo, sólo tengan que visitar la cárcel para dormir por cuenta del Estado. Esto, me dicen, es el ofrecimiento que Sánchez y su equipo de negociadores de Moncloa han formulado a sus conmilitones, uno de los cuales, Jové ya está de nuevo procesado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por haber participado activamente en el golpe de Estado de octubre dl 2017. Un buen socio para Sánchez.
La anterior fiscal general del Estado, María José Segarra, ya advirtió también en noviembre del pasado año, que su institución no podría transigir con una libertad sospechosa, que por “ahí no vamos a pasar”. Era un momento en que Segarra confesaba que la Fiscalía no le gustaba nada al Gobierno. Se dolía aquella mujer proba de que incluso ella no iba a ser recordada por nada que fuera ajeno a Cataluña. Desde aquel momento, Segarra estaba condenada a la destitución; no hacía lo que Sánchez esperaba de ella. Le pidió sumisión frailuna y ella respondió con la ley. Fue sentenciada porque, según dejó claro el presidente del Gobierno: “Con la Ley no basta”.
Relataba Javier Zaragoza a finales de 2019 que “cuando la política entra en un tribunal, la Justicia sale por la ventana”. Pues sí: se ha escapado. Y ya no tiene remedio. Ahora, la “factoria Redondo” que gobierna la Moncloa como si fuera su vivienda particular, ya ha filtrado a sus domésticos medios que Sánchez -un héroe el de la resistencia patriótica- de ninguna manera va a promover la amnistía de los sediciosos que le piden, con la boca pequeña, sus compañeros de negociación. Y esos medios, con la mayor de las desvergüenzas, se han lanzado a suscribir la buena nueva de la resistencia sanchista. Lo han hecho al mismo tiempo que se anunciaba que Junqueras y su compañía subversiva, iban a ser liberados porque, laboriosos ellos, tenían que trabajar para ganarse el sustento. ¡Menos mal que en esta ocasión las autoridades penitenciarias de la Generalidad no han argüido que también debían ocuparse de cuidar a sus madres!
La modosa sentencia del Supremo ya ha tenido estas consecuencias. La Justicia ha saltado realmente por la ventana. ¿Resistirán esta vez los fiscales y se opondrán en masa a certificar la libertad de los sediciosos? Ellos mismo me dicen que no es probable. La socialista Delgado se va a ocupar de que el proceso político del “procés” que dirige Sánchez, no encalle. Hace unos días, el aún presidente del Consejo del Poder Judicial y del Supremo, no se olvide esta dualidad, acudió como es costumbre a la Moncloa a presentar al presidente la Memoria Anual de la Justicia. Según indican fuentes de toda solvencia, un año antes, y en ocasión idéntica, Lesmes preguntó a Sánchez si sabía que el Poder Judicial y su independencia, eran los garantes más efectivos del Estado de Derecho. Sánchez, ciertamente molesto por la insinuación sesgada, le respondió naturalmente que sí. Ahora, un año después, Lesmes, al parecer, tenía la intención de repetir la alusión. No consta que haya sido así. Lesmes, con un plazo prorrogado en demasía, pretende ocupar un sitial en el nuevo Tribunal Constitucional. Me dice un fiscal: “No se pueden esperar bravuras”. Pues eso.