¡Feliz Año Judicial!

¡Feliz Año Judicial!
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Y Policial, y de la Monarquía. Empiezo por esta última: la Corona. Es una desvergüenza, una provocación grosera, un insulto consciente, la invitación que Sánchez en persona ha cursado a Su Majestad el Rey para que asista al acto inaugural de la campaña anti-Franco con la que nos amenaza durante todo este año 2025. Encima, algún portavoz del psicópata narcisista (lo dicen los psiquiatras) se permite el lujo de afear la conducta a Felipe VI porque afirma más o menos el atontado pero sectario vocero, que se trata de un acto en la defensa genérica de la libertad.

En pocas horas constataremos que no, que esta iniciativa de la que se va a cumplir el primer episodio, no es más que un atentado inconstitucional con tres objetivos: primero, esa es la disculpa o la coartada, arrear un zurriagazo a Franco a los cincuenta años de su muerte; segundo, aprovechar el aniversario para poner en solfa todo lo acordado, pactado y aprobado en la Constitución de 1978; tercero, más oblicuo, más torticero, empezar a introducir en las cabezas de los españoles, casi cincuenta millones, que todo hay que someterlo ahora a revisión, desde luego la Monarquía Parlamentaria porque ésta -proclaman- «no ha sido votada». A este ataque tendrá que responder la propia Corona con suma habilidad porque cualquier resbalón le puede costar la Jefatura del Estado.

No es exagerado a este respecto adelantar que en la propia Moncloa, en el zulo tóxico en el que laboran no menos de setecientos corraleros de Sánchez, algunos de ellos estén dedicados precisamente a encontrar un agujero negro, una pifia que sirva para meter mano a la Institución. Los habitantes de este país en almoneda sabemos que Sánchez y toda su cuadra están confabulados para acabar con la Monarquía, si puede ser ante del 14 de abril, 94 años de la proclamación violenta de la II República. Ese fin estará encerrado, hibernado solo un poquito, en esa primera celebración del día 8 a la que Sánchez ha invitado miserablemente al Rey de España.

Por todo, los españoles sabemos que la Corona es ahora mismo nuestra única amalgama, el solo cabo al que estamos agarrados, como si fuéramos los pobres náufragos de la Dana de Valencia. Por eso, aún en este clima tan ferozmente hostil a la Casa Real, ¡Feliz Año 2025! Necesitamos que lo sea así.

Para la Justicia deseamos cosa idéntica. Sobre ella, toda la entidad en resumen, recae en este momento la gran posibilidad de que estos pordioseros de la democracia, los funestos iliberales como ahora se escribe, no terminen ya fuera del poder que, desde luego, si no sentados en los banquillos que examinan sus conductas basadas en arrasar el Estado con el butrón de sus pactos con lo más hórrido de nuestra sociedad.

En horas se van a precipitar acontecimientos judiciales que van a poner a prueba nuestro sistema; son desde las declaraciones de los fiscales de Madrid que fueron alentados por su jefe García Ortiz para revelar asuntos fiscales, a la concesión del Suplicatorio que tiene que llevar al gran apoyo de Sánchez, el golfo de Ábalos, a juicio en el Tribunal Supremo. Eso sin hablar de la nueva presencia de la ufana Begoña para contradecir a todos los testigos que han venido revelando las fechorías de la dama como influencer consentida de su esposo, de la Moncloa y de, por los menos, siete ministros del Consejo.

¡Feliz Año! para una institución en la que los españoles de bien, o sea, todos los que no somos apadrinados por el maná del presidente, confiamos con toda humildad porque reconocemos en la Justicia el postrer baluarte contra el que debe fracasar la demolición constitucional que está realizando Pedro Sánchez. La Justicia, desgraciadamente, no corre al paso de los que deseamos prontas sentencias para acabar con el fango sanchista, pero tenemos que advertir del peligro que se cierne sobre jueces, fiscales y magistrados.

Fíjense: en las últimas fechas de 2024 hemos conocido que el pelotón de fusilamiento inconstitucional que ordena Conde Pumpido -«puro cenagal jurídico», me dice un profesional- está preparando ya sus respuestas a las decenas de recursos contra la amnistía que han llegado al Tribunal que preside el costalero de Sánchez. Todo para declarar conforme a nuestra Ley Suprema ese bodrio que terminará con la consideración de «prófugo de la Justicia» de Puigdemont, el habitual contertulio del sanchismo. Sería estupendo que antes de que se avecine ese mayo fúnebre de Pumpido, los demás tribunales, con la Sala II del Supremo a la cabeza, pusieran a cada uno en su sitio, es decir a Ábalos, a Koldo, al ministro Torres, a la duquesa fingida Armengol y naturalmente a Begoña Gómez de Sánchez, no se olvide este dato, en su sitio. Eso justificaría el Feliz Año para la Justicia.

Finalmente para la Policía, dicho en general con la Guardia Civil incluida a la que el dúo maléfico Sánchez-Marlaska está agraviando hasta márgenes que justificarían una insurrección. La famosa UCO se ha convertido, a juicio del despeinado Bolaños y de su jefe Sánchez, en el primer enemigo de su Gobierno que, ¡ojo!, es quien le paga el sueldo, ¡cómo será entonces la cosa para que los agentes se estén atreviendo a descubrir en las actuaciones de este Gobierno y allegados más basura que en cualquiera de los depósitos de Paiporta o Catarroja! También a estos profesionales de la seguridad les deseamos un ¡Feliz 2025! año en el que nos van a ofrecer millones de pistas de cómo este poder refugiado en La Moncloa ha entendido la gobernación de España. La Policía y la Guardia Civil a las que ya Sánchez ha retirado cobardemente de Navarra y Cataluña, van a recibir en este ejercicio mil presiones para impedir que cumplan con su deber. Sus agentes acumulan información de que ellos, como la Monarquía y la Justicia, son las tres instituciones que todavía quedan en pie: por eso, o resisten o Sánchez habrá ganado su apuesta demoledora: la III República con él al mando. ¿Que exagero? ¡Qué más quisiera yo!

PD. Fíjense que no he empleado una sola letra en acuciar la responsabilidad de la sociedad civil española. ¡Bah! Está dormida. Sánchez la ha intoxicado con su diazepan letal. Es un colegio de ursulinas.

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