España es de todo menos progreso
Divide y reinarás, y en ello andan enfrascados. España no es que esté dividida, está descuartizada. Un país en el que se intentan reavivar vestigios del pasado entre los niños y la juventud, que ni siquiera nuestros padres han vivido, creando barreras —muchas de ellas insalvables— y donde no se puede progresar. El progreso no es remar ‘en contra de’, sino ‘a favor de’. El progreso va unido al compromiso de ser mejores, de decir quien dices ser, de no engañar y de no ver sólo la paja en el ojo ajeno. El progreso también es saber vestirse de manera adecuada para cada ocasión, al igual que coger unos cubiertos o saber cuándo hay que hablar o callarse. Es contar la Historia tal y como fue, no inventarse una a medida.
Progresar es abrirse las puertas al mundo y salir de la mediocridad en la que estamos insertos, premiando y apoyando la excelencia, sin esconderla ni dilapidarla para que no moleste. Progresar es reconocer que estás acabado como presidente, dejando paso a otros para que puedan reconducir la miseria que se ha ido dejando en el camino. Progresar es invertir en educación, investigación, sanidad, políticas sociales reales o relaciones externas de calidad, y no en corrupción, en cambios de nombres de calles, en derribar símbolos, en ceniceros de bolsillo o políticas separatistas.
España, ¿un país progresista donde se confunde la libertad con el libertinaje? España, ¿un país en el que su selección de fútbol es denominada ‘La roja’, la de baloncesto ‘La ÑBA’ y la de balonmano ‘Los hispanos’ y donde dentro de poco será castigado decir que eres español? España, ¿un país progresista, al que quieren gobernar los que se refieren a ella como «este país» o los que detestan su bandera y costumbres? España, ¿un país progresista en el que la representante de Eurovisión cantará en inglés para no «desentonar»? ¿De qué nos sirven tantos avances tecnológicos si no sabemos pasar página? Si ni siquiera somos capaces como sociedad de parar los maltratos, ni evitar que un niño de 11 años se tire por la ventana por culpa del acoso escolar.
¿Acaso nos parecemos en algo a países vanguardistas como Suecia, Finlandia o Dinamarca? En estos países prima la trasparencia de las instituciones, la equidad en la educación, la libertad de prensa, la diversidad sexual, la tolerancia a las creencias religiosas o el bienestar social. Sólo hay que ver el Índice de Desarrollo Humano, el de corrupción o el de abandono escolar. Al contexto actual de España, señores Sánchez, Iglesias, Rajoy o Rivera llámenlo decadencia, involución, retroceso, y hasta hacer el ridículo, pero por favor no lo llamen progreso.