Entrega de Pamplona a los trabucaires

Pamplona

Ha ocurrido lo que dijeron que nunca ocurriría. Es decir, lo de siempre. En este caso, mucho más agravado en aras a la pervivencia del Estado y de España. Navarra no es un territorio cualquiera y su capital menos. Simplemente con leer un libro del mejor historiador español de todos los tiempos, Claudio Sánchez-Albornoz, se puede uno hacer idea de lo que Navarra significa para la nación.

Definitivamente, el PSOE ha dejado de resultar un partido de Estado y constitucionalista. De la mano de un aventurero ágrafo, se ha subido al monte y ahí se dedica a practicar merendolas y repartirse el pastel de liebre ahorcada. Es de entender la reacción del partido ganador de las elecciones en el viejo Reyno Foral al ser apuñalado por una factura que Sánchez ha tenido que pagar ipso facto en la cuenta de los bilduetarras.

Los herederos de los autores del asesinato del corajudo Tomás Caballero ya están sentados en el sillón municipal, no sin antes dejar en la cuneta a dos concejales socialistas que, al menos, al tenido la dignidad de entregar sus actas ante lo que han perpetrado sus mayores en el PSN. Hay que dejarse de cuentos: es el primer paso para la anexión fáctica (la legal vendrá más tarde) de Navarra a un pequeño territorio llamado País Vasco que necesita la amplitud territorial navarra para poder ser alguien. ¿No les recuerda ello lo ocurrido en el siglo pasado en centroeuropa?

Hace falta tener jeta para vender la entrega de Pamplona a los herederos de la banda como un pacto «progresista», cuando en realidad no es otra cosa que el apoyo infame y encapuchado, directo y sin tapujos, a otra banda de similar pelaje que no ha condenado los crímenes de sus antecesores, especialmente de sus actuales jefes Otegi y Aizpurúa. A partir de ese momento, la cosa no es reversible. El PSOE que antaño ponía muertos es hoy la pareja de baile de los socialistas que también han dejado de ser socialdemócratas.

Tengo para mí que este nuevo traspaso de línea roja por parte del sanchismo no puede salir bien. Conozco Navarra, cinco años allí viviendo y estudiando, y conozco el carácter franco y valiente de sus gentes. ¿Aceptarán la mentira social y la infamia política? Por de pronto, está más cerca el viejo sueño anexionista vasco, incorporar Navarra a su diminuto territorio. Gracias sean dadas a un sólo hombre: Pedro Sánchez.

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