Calviño convierte la paridad en parida
La vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, ha llevado al paroxismo del absurdo la cuestión de la paridad al negarse a hacer una foto durante un acto de los empresarios madrileños (CEIM) porque todos eran hombres y no había ninguna otra mujer. A eso se le llama convertir la paridad en una descomunal parida. El gesto de Calviño es una salida de pata de banco propia de quien pretende tener un minuto de gloria plantando, de forma grosera, a sus anfitriones.
En las reuniones del Ecofin, sin ir más lejos, la inmensa mayoría de ministros de Economía de la UE son hombres y nunca Calviño se atrevió a no salir en la foto de familia. Es más, ella misma publica las fotos de grupo sin expresar crítica alguna. Habrá quién mantenga que no es lo mismo, porque los miembros del Ecofin son elegidos por los distintos gobiernos de la UE. Pues igual que la junta junta directiva de la CEIM, cuyos representantes lo son en virtud de una elección democrática. Calviño, tan valiente para plantar a los empresarios madrileños y no decir palabra en Bruselas, se ha equivocado groseramente, porque ha pretendido dar un golpe de efecto ‘progre’ que no deja de ser la expresión de ese infantilismo vacuo que caracteriza a este Gobierno subido a lomos de la propaganda.
El gesto de la responsable de Economía se enmarca en esa estrategia de un Ejecutivo que, incapaz de gestionar, se pierde en un mar de chorradas, pero no resuelve nada. La espantada de Calviño es la quintaesencia del relativismo de un Gobierno que pretende fomentar la igualdad de la mujer con reacciones bobaliconas. Habrá quien piense que lo hecho por la ministra servirá para concienciar sobre la necesidad de que la mujer ocupe puestos de mayor responsabilidad, pero para hacer lo que hizo Calviño hay que ser coherente. Y a Nadia Calviño se la veía tan feliz en la foto de familia del Ecofin rodeada de hombres que lo de ahora es pura hipocresía.
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