Se busca estadista para exhumar a Franco

Se busca estadista para exhumar a Franco

Existe un alto índice de ciudadanos que les importa poco o nada la exhumación de Franco. Es cierto que entiendo y comparto perfectamente el deseo de muchos españoles de pasar página y mirar al futuro sin tener que remover las vergüenzas del pasado. No obstante, nos guste o no, debemos tener la suficiente madurez para opinar por nosotros mismos en temas relacionados con una parte oscura de nuestra historia y que algunos quieren poner de realidad de forma un tanto irresponsable.

La exhumación de Franco entra en la primera línea del debate público por deseo expreso de Pedro Sánchez al llegar al Gobierno de España tras la moción de censura a Rajoy. Para nada cuestiono la legitimidad de un gobierno de tomar dicha decisión, pues no en vano fue otro gobierno, en su día presidido por Arias Navarro, el que decidió enterrarlo en el Valle de los Caídos, pero si bien es legítimo que los socialistas quieran sacarlo de allí, hubiese sido más propio de un estadista pactar la decisión y su anuncio con el resto fuerzas políticas moderadas, aunque solo fuese por respeto al drama y al daño que supuso la Guerra Civil Española a nuestra historia común. Temas tan sensibles deben ser objeto de acuerdo. Aunque los acuerdos son algo que tristemente brillan por su ausencia en estos tiempos políticos de titulares y postureo. Es más, si el presidente Sánchez no hubiese tratado la exhumación como parte de una decisión estratégica y electoralista para hacer propaganda progresista, fácilmente se hubiese escenificado un gran acuerdo pues somos una inmensa mayoría los que no queremos un mausoleo para albergar al exdictador.

La realidad es que en 2019 estamos intentando solucionar un error de 1975. El error fue enterrar a Franco en un monumento a los caídos en la guerra. Podemos decir que ese hecho pervirtió el objetivo de la original de la obra pues se convirtió de facto en un mausoleo a la figura del dictador. Lo incomprensible de la decisión es que no se consultase al entorno cercano del generalísimo, pues en años posteriores salieron varios libros de memorias de diferentes personas de su círculo familiar y de confianza que afirman categóricamente el deseo de Francisco Franco de ser enterrado en el panteón familiar del Pardo en el cementerio de Mingorrubio. Debate que se debió abrir de forma sosegada en 1988 al morir su mujer Carmen Polo, quién sí fue enterrada en dicho panteón. Ahora mismo no estaríamos hablando de esta exhumación si el gobierno de entonces, presidido por el también socialista Felipe Gónzalez, hubiese sacado a Franco del Valle de los Caídos para ser enterrado junto a su mujer.

Ahora España tiene otro gobierno socialista con Pedro Sánchez a la cabeza. Una persona a la que no le importó llegar al poder gracias al apoyo de los independentistas y de los herederos políticos de la banda terrorista ETA. Alguien que defiende la exhumación de Franco como una victoria de la democracia pero que no ha querido compartir con el resto de fuerzas políticas por puro interés partidista y electoral. Esta victoria de la democracia, hubiese sido tal, con un amplio acuerdo de formaciones del arco parlamentario para llevar a cabo dicha hazaña de forma sosegada y posiblemente discreta. Al hacerlo de forma unilateral, anunciándola a bombo y platillo para conseguir todos los focos mediáticos sigan este tema como si se tratase de un culebrón en prime time, únicamente sirve para echar gasolina a minoría que sigue mirando al pasado en términos de fachas y rojos. Esta irresponsabilidad del presidente en funciones demuestra que no solo no es un estadista, cualidad que debería estar asociada al cargo que ostenta, sino que tampoco respeta todo lo que supone la triste historia que lleva aparejada una guerra civil.

Mi opinión personal es que el Valle de los Caídos debe ser una obra memorial que nos recuerde a todos que entre 1936 y 1939 los españoles se embarcaron en una durísima guerra que esperamos nunca más se vuelva a producir. Un monumento que nos permita saber qué ocurre cuando un país se deja llevar por los extremismos y los mensajes populistas alejados de la razón y el sentido común.

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