Agua para el enemigo

Levante
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QUIEN A HIERRO MATA…..

….a hierro muere, porque si en Son Moix el Mallorca ganó al Levante por la mínima merced a un penalti que Morales le regaló a Reina, ayer devolvió el favor Brian Oliván, ¿no hay mejor lanzador en toda la plantilla?, al disparar flojo y teledirigido a la diestra de Aitor Fernández que blocó sin demasiado esfuerzo pese a las protestas desde el banquillo bermellón al entender que se había adelantado. Ni el árbitro ni el VAR lo advirtieron.

Parece que reina el nerviosismo en el cuerpo técnico balear y, como el ómicron de la Covid, se contagia a la plantilla. Solo desde la inseguridad se puede entender los cambios introducidos por Luis García Plaza en la alineación inicial. El fallo de Reina ante el Barça hace una semana le sacó de entre los tres palos en favor de un debutante, el joven Leo Román, nada que imputarle, hubo que dar de baja a Valjent a raíz de su golpe en Eibar, donde no habría sido necesario su concurso, mientras que Fer Niño completaba la ronda de turnos en el eje del ataque y el chaval Llabrés, de buenas maneras, gozaba de una oportunidad a favor de corriente. En suma, una manera peculiar de quemar las naves antes de salir del puerto.

El Levante, tembloroso como un flan, no sabía cómo canalizar su juego ni mucho menos desarrollarlo. A veces combinativo, otras en largo, aunque Soldado ya no está para ciertos trotes y aun así, en la primera acción tras el descanso, se la jugó a Russo y Sedlar para cambiar el signo de un lance que, en la primera parte, no tuvo un dominador claro porque, entre otras cosas, los visitantes abusan de algunas de sus individualidades y se entretienen más en la forma que en el fondo. Presionaron arriba, si, pero sin aprovechar ni uno de los numerosos errores y pérdidas del anfitrión.

Una vez abierta la lata, el Levante, que ya había empezado con tres centrales, tuvo sus mejores momentos y oportunidades, dos remates a los postes y dos paradones de Leo Román evitaron un naufragio mayor y facilitaron el avance final de la caballería, nunca mejor expresado, ante el lógico repliegue local, fruto del cansancio y la ventaja. Si quedaba algo sin arder, García Plaza quiso echar toda la carne en el asador, la épica y típica avalancha de siempre con corazón, sin cabeza y, curioso, sin Abdón, sentado hasta el minuto 95 para pescar al vuelo un último saque de esquina, cual portero de estatura….que también.

Aún me pregunto qué hacían Galarreta y Salva jugando a lo mismo, Kubo, como siempre, a lo suyo, y Hoppe, ¡al fin!, al que vimos someramente aparecer para cometer una falta sobre el guardameta, su única y máxima aportación. Y no, Mboula esta vez no. Si esto no es perder los papeles y los puntos, que venga Aragonés y lo vea.

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