La libertad de un héroe

La libertad de un héroe
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Ocho de julio de 2017, conocíamos que Leopoldo López, máxima figura de la oposición al chavismo que cumplía celda por una pena de prisión de 13 años y 9 meses, quedaba en libertad bajo arresto domiciliario. La razón oficial según el Tribunal Supremo Venezolano es que se debe a motivos de salud, pero la realidad es que el chavismo se desploma.

Es una noticia buena para el pobre Leopoldo, acusado de ser responsable de las muertes de 43 manifestantes a manos de la policía en los disturbios ocurridos en febrero de 2014. Una sentencia que a todas luces es un sin sentido jurídico. ¿Hacer a Leopoldo responsable de las muertes producidas por la policía aun cuando nunca incitó ni reclamó el uso de la violencia? ¿Dónde queda el nexo entre los ejecutores de las muertes y el propio López? Valoraciones jurídicas aparte, el día 18 de febrero de 2014 Leopoldo López se entregaba a las fuerzas chavistas para cumplir la orden de detención que pesaba frente a él habiendo tenido una alternativa más cobarde y cómoda, el exilio. Sin embargo, el líder opositor sabía que salir de su país sería abandonarlo, opción que descartó, decidiendo combatir el chavismo desde prisión pero en Venezuela.

Finalmente, salió la sentencia. Un veredicto político, dictado por jueces colocados previamente por el chavismo donde la vulneración de derechos a un juicio justo era radical, el Fiscal del caso, Franklin Nieves en 2015 denunciaría que el caso fue una farsa. De la misma manera, Amnistía Internacional denunció la «absoluta falta de independencia e imparcialidad judicial en Venezuela» y contra Leopoldo «ninguna evidencia creíble en su contra». Por su parte, Human Rights Watch también crítico la condena “injusta” al líder opositor. 

Aun con todas esas irregularidades, Leopoldo ha pasado tres años arrestado en la prisión de Ramo Verde. Torturado, sufriendo un trato degradante e inhumano y narra duros episodios, como el día en el que su celda era llenada de «heces y estiércol». Golpes a media noche, arbitrariedad y castigos para no ver a su familia y, lo más importante temiendo a diario por si no volvería a amanecer. 

La libertad de Leopoldo no es sólo la libertad de un ciudadano, sino la libertad de un pueblo oprimido por la arbitrariedad y la barbarie. Es la esperanza, el amanecer de un país sumido en la tiniebla más radical: un país con una inflación del 176%, un país a la cabeza en el ranking mundial de corrupción, un país en desabastecimiento, un país con casi 100 muertos a manos de la policía en los últimos tres meses. Venezuela merece un cambio, más democracia, más justicia y bienestar.

La noticia de la excarcelación es positiva para todos, el comienzo del fin de una etapa deleznable de violación de derechos humanos en pleno siglo XXI, por ello recordemos que la liberación de Leopoldo no es sólo eso, sino es el símbolo de un régimen que se tambalea y un país que clama libertad.

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