Obama, una Europa cobarde y una desgracia

Obama, una Europa cobarde y una desgracia

Todo empezó en marzo de 2011. Obama, presidente entronado en la veneración y una Europa endeble y llorosa hasta la extenuación, como continúa hoy, se despertaron pensando que ya era hora de acabar con los sátrapas del oriente próximo y sur de África e instaurar la democracia. Nuevamente el concepto de democracia, ese concepto santo que deslumbra a incautos. En Túnez, Ben Alí caía tras 24 años de poder. En Egipto, Mubarak, tras tres décadas de poder bien visto por occidente dimitió y dejó el mando a un gobierno militar. En Libia, Gaddafi reprimió las manifestaciones en su contra y la OTAN optó por deponer y derrocar a un tirano que masacraba a su pueblo, convirtiendo Libia en un estado fallido, sin referentes institucionales, sin un poder centralizado y con mercenarios y señores de la guerra proclamando y aplicando una nueva “ley del oeste” casi 200 años después.

Pero nada como lo que ocurre desde hace seis en Siria. No se trata de defender el régimen de Bashar al-Ásad, visto por occidente cuando asumió el poder como un “reformista”. Barack Obama optó por pedir el apoyo de sus congresistas para un “ataque preventivo” sobre el régimen de Assad, y fracasó estrepitosamente. El progre de la constelación con Zapatero, en palabras de Leire Pajín, no tuvo en cuenta que un Oriente Medio desestabilizado suponía un creciente peligro para los EEUU y para Europa. No calculó, el gurú de la progresía mundial, que en Egipto provocar a la fuerza una dimisión forzada de Mubarak pondría a la nación de los faraones bajo el control de los Hermanos Musulmanes. No tuvo en cuenta las consecuencias del fortalecimiento de Hamás y que el Líbano se convirtiera en un territorio dominado por Hezbolá, extendiéndose el “arco iris” de tales decisiones desde Irán hasta Irak, desde Siria hasta el Líbano. Triste y trágico legado el que deja la Administración Obama, el progre.

En 2009 proclamó que se desentendería de los asuntos internos de los países árabes y que tendería una mano a los musulmanes que odian a Norteamérica. Le valió los aplausos de buena parte del Occidente hipócrita y se le obsequió con el Premio Nobel de la Paz, más bien “premio antiBush”, mientras los distintos grupos y Gobiernos islamistas radicales se reían y despreciaban su “política de manos tendidas”. “Las primaveras árabes” se encontraron con una Europa, una vez más, en sus horas más bajas. Preocupada por el auge de los movimientos de derecha alternativa, que democráticamente son apoyados por grandes franjas de la ciudadanía europea, la Unión Europea no tuvo capacidad de respuesta ni estrategia para afrontar una nueva crisis. Hoy el terrorismo ha aumentado, desplazándose hacia el norte, apuntando a Europa, a una Europa cobarde sin capacidad de reacción, sin unos Estados Unidos que, como “primos de zumosol” vengan a eliminar a nuestros demonios y tras mecernos en la cuna, nos tapen para un sueño placentero.

Obama gravitaba sobre su “merecido” premio Nobel. Obama y los prebostes europeos debieron poner pie en tierra. El ISIS, Al Qaeda, los talibanes y todos sus acólitos son una grave amenaza para la estabilidad regional, para la población civil y para Europa. La cobardía de Occidente ha provocado la mayor crisis migratoria desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Europa, cobarde y dividida, actuó de manera vergonzante, fruto de sus intereses y de ciertas complicidades con los regímenes dictatoriales corruptos, como el caso de Francia durante la Guerra de Irak y sus intereses nucleares en la zona. La Europa que solo se preocupa y demoniza posibles triunfos electorales de Le Pen, Wilders o Salvini, la “peste ultra de Europa”, apoyada por más del 30 % de sus nacionales, es la Europa que llevó a dos guerras mundiales, es la Europa cobarde, donde todo se soluciona mediante reuniones, conversaciones, diálogos y falsos e impostados estrechones de manos, todos ellos de cara a la galería. Pura cobardía. Como dijo Michel E. de Montaigne, filósofo, escritor y humanista francés: “La cobardía es la madre de la crueldad”.

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