El PSOE y el ‘Síndrome del Autoservicio’

El PSOE y el ‘Síndrome del Autoservicio’

Es cierto que, en términos electorales, el aterrizaje de Albert Rivera en el Simón Bolivar de Venezuela no alienta un cambio sustancial en la previsible pérdida de músculo electoral de Ciudadanos de cara al 26J. Sin embargo, su solidaridad con López, Tintori y Ramos Allup sí que ha ofrecido dos detalles reveladores. El primero tiene que ver con la ruptura del idilio vivido con el PSOE durante los últimos meses y que se escenificó cuando, tras su reunión con Zapatero para preparar la agenda, la muda de calcetines y los detalles del periplo, Rivera rehuyó ponerse a salvo del travestismo democratizador que el ex presidente viene ejerciendo con la dictadura de Maduro al afirmar que «una cosa es que uno se reúna y otra que cada uno tenga su visión sobre lo que está ocurriendo en Venezuela». El segundo es su intento de acercamiento al electorado conservador del Partido Popular que hace cinco meses le apoyó y que ahora, de forma previsible, volverá como el hijo pródigo al regazo de Rajoy.

Pedro, la equivocada pareja de baile elegida en diciembre por Rivera, ya es la dama repudiada para el futuro del partido socialista. Tras las arepas chavistas merendadas por Zapatero en Caracas, éste ha participado en varias reuniones celebradas en los lugares comunes de los poderes económicos, mediáticos y empresariales, en las que se ha decidido el futuro de Sánchez. Han empezado a orquestar incluso el equipo de campaña del PSOE recurriendo a Josep Borrell, a Margarita Robles y al misticismo del “Gobierno en la sombra de Sánchez”. González y Zapatero, con sus “troikos” y “troikas” de negro, han decidido tutelar al actual secretario general por su demostrada minoría de edad y ante la rocambolesca deriva pactista del PSOE a lo largo y ancho del territorio nacional. Asimismo, han tratado de eliminar súbitamente 5 meses de gangrena podemita poniendo en valor el régimen del 78 y al único PSOE que resiste estoico entre el avezado populismo de Iglesias y Garzón. Al único liderazgo indiscutible que recuerdan los jerarcas socialistas. Al PSOE felipista que pretende volver a movilizar a los mayores de 40 años.

El siguiente paso aguarda oculto y en posición ofensiva bajo el mismo atril de Ferraz, en el que Sánchez probablemente ofrezca su último discurso como secretario general la noche del 26J. Las encuestas internas y externas dan a los socialistas menos votos, aunque no escaños, que el concubinato de Iglesias y Garzón, y eso implica que la testosterona de los comunistas hace pises mucho más altos que la del liderazgo incapaz de Sánchez. Es por ello que el macho alfa de la izquierda de los próximos años no tendrá carnet socialista. El actual líder socialista caerá por fin a la lona del ring político cuando los francotiradores de González y Zapatero lo abatan pactando una más que contemplada abstención del PSOE ante un gobierno PP-Ciudadanos que, en las encuestas, parte con un 27% de posibilidades de lograr los 176 escaños necesarios para lograr la mayoría del arco parlamentario, frente al 18% de probabilidad que atesora la suma de Unidos Podemos y el PSOE.

El precio a pagar en el rescate electoral sería la cabeza política de Mariano Rajoy y su sucesión pactada a cambio de Soraya Sáenz de Santamaría, Cristina Cifuentes o el todavía tierno Pablo Casado. En cualquier caso, vayan ustedes ensayando el réquiem por Pedro Sánchez y por un PSOE que desde 2011 sufre el “síndrome del autoservicio” al atribuirse la hegemonía electoral con el tísico resultado de 90 escaños. La mayoría social se encuentra en las urnas, en el liderazgo y recuperando la autoritas en el relato. No comerciando las carencias con el enemigo político. No comprándola en la estantería de algún supermercado.

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