El PSOE se atomiza

El PSOE se atomiza

Pedro Sánchez está padeciendo la debilidad de su liderazgo en esta nueva precampaña. Ahora más que nunca necesitaría que sus compañeros cerraran filas en torno a él y, ahora como siempre, se topa con la realidad de un Partido Socialista completamente atomizado. Desde que accediera a la secretaría general, su gestión ha estado constantemente cuestionada. Un contexto que se agravó tras cosechar los peores resultados en la historia de su partido el pasado 20 de diciembre así como por los acercamientos y guiños tanto a nacionalistas como a Podemos en su intento por ser presidente del Gobierno. El último en poner en jaque su autoridad ha sido Ximo Puig. El presidente de la Generalitat valenciana ha desafiado a Ferraz con su intención de concurrir al Senado en una lista conjunta con la formación de Pablo Iglesias y Compromís. El propio Puig ha difundido un manifiesto entre los alcaldes socialistas valencianos para que apoyen el acuerdo con ambas fuerzas. La dirección nacional del PSOE le ha advertido de manera taxativa su oposición total a este acuerdo.

Desde principios de año, los dirigentes de Podemos, y en especial Iglesias, han sido incisivos hasta llegar, incluso, a la violencia verbal contra Sánchez y el Partido Socialista. Resulta lógico que desde Madrid se opongan a cualquier tipo de acuerdo con ellos. Sobre todo ahora que, en la estrategia de campaña, los podemitas se han convertido en su principal enemigo. Especialmente, desde su unión con Izquierda Unida. El sorpasso es en estos momentos —además de la expresión más repetida en las últimas fechas— una posibilidad más que real. Por todo ello, Sánchez hará frente a un contexto delicado de cara a las próximas elecciones. Puig no ha sido el único barón que ha puesto en solfa su mandato. Esta misma semana, el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, se acordó de Susana Díaz como parte indisoluble del futuro inminente del PSOE. El drama para el partido del puño y la rosa vendrá si los resultados del próximo 26J son tan malos que ni siquiera la aparición de Díaz en el 39 Congreso del partido logra levantarlos.

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