No apto para aprensivos: el descubrimiento de ciervos desfigurados con bultos alerta a cazadores y consumidores

En estados como Nueva York, Michigan o Wisconsin se han registrado múltiples avistamientos de ciervos desfigurados con bultos. Estas protuberancias, visibles sobre todo en la cabeza, cuello y extremidades delanteras, generan preocupación por la apariencia de los animales, lo que motivó titulares sensacionalistas en medios y reacciones en redes sociales.
El debate sobre estos animales va más allá del impacto estético. Cazadores, consumidores de carne de caza e incluso funcionarios de organismos de vida silvestre han buscado aclarar si estas lesiones representan un riesgo sanitario. La difusión masiva de fotografías, como la de la imagen destacada, amplificó la inquietud. Y detrás de este escenario, hay varias explicaciones científicas.
¿Cuál es el origen de estos ciervos desfigurados con bultos en EE.UU.?
Si bien decir que se trata de «ciervos desfigurados» puede sonar un poco vulgar, es una forma de describir a los ejemplares afectados por fibromas cutáneos, conocidos también como «verrugas de venado». Se trata de crecimientos benignos en la piel producidos por un virus del papiloma exclusivo de estos animales.
Los tumores pueden variar en tamaño, desde pequeños bultos hasta masas que alcanzan dimensiones similares a una pelota de golf. Su localización habitual es la cara, el cuello y las patas delanteras. Aunque resultan llamativos y, en ocasiones, grotescos, la mayoría de los ciervos no ve comprometida su salud general.
En casos extremos, cuando los fibromas se desarrollan cerca de los ojos o la boca, pueden obstaculizar la visión o la alimentación. Aun así, los expertos sostienen que estos animales logran sobrevivir y que no se trata de una enfermedad mortal.
¿Cómo se propaga esta condición en los ciervos?
El contagio del virus entre ciervos está vinculado al contacto con vegetación contaminada, pero también a la acción de insectos como mosquitos, garrapatas o pulgas. Durante los meses de calor, la proliferación de estos parásitos incrementa la transmisión de la enfermedad.
Los especialistas en fauna explican que esta dolencia no es nueva. De hecho, existen registros de ciervos desfigurados desde la década de 1950. Lo que ha cambiado es la velocidad con la que las imágenes circulan hoy a través de redes sociales, multiplicando la impresión pública y alimentando teorías poco fundamentadas.
La facilidad con la que se difunden las fotografías ha dado lugar a titulares llamativos y expresiones como «ardillas zombies» o «conejos Frankenstein», términos que han sido utilizados en medios locales estadounidenses.
Sin embargo, tales denominaciones no responden a un riesgo real, sino al impacto visual que provocan las deformidades.
¿Estos ciervos desfigurados son un riesgo para humanos o mascotas?
Una de las dudas más frecuentes gira en torno a la posible transmisión del virus a personas o animales domésticos. Las autoridades han dejado claro que los fibromas cutáneos no representan peligro para los humanos ni para las mascotas.
La carne de los ciervos afectados puede consumirse, siempre que no existan infecciones secundarias y el animal presente un estado general saludable.
Funcionarios del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de distintos estados estadounidenses insisten en que no se ha registrado ningún caso de transmisión a personas.
Aun así, se recomienda a los cazadores inspeccionar cuidadosamente cada pieza antes de consumirla. Si el ejemplar presenta signos adicionales de enfermedad, lo más prudente es evitar su consumo.
El papel de las redes sociales en la alarma
Aunque los fibromas cutáneos no son un fenómeno nuevo, la viralidad de las imágenes ha transformado la percepción pública. Fotografías de ciervos desfigurados han circulado acompañadas de teorías sin base científica, como posibles mutaciones o brotes epidémicos.
Y es que, como ya se explicó arriba, la realidad es que la enfermedad está documentada desde hace décadas y se encuentra acotada a los ciervos. El problema radica en el modo en que los contenidos se amplifican en internet, generando una sensación de inmediatez y alarma.
La aparición de otros casos en la fauna, como los conejos de cola de algodón con crecimientos negros en estados del Medio Oeste, ha reforzado la narrativa viral. En esos episodios también se trata de enfermedades cutáneas específicas de cada especie, sin riesgo para las personas.