La importancia de la agricultura para el futuro y la necesidad de invertir en una mejor gestión del agua
La población mundial aumentará considerablemente en los próximos años. Un ascenso que irá, de forma concreta, de los 7.600 millones de habitantes hasta los 8.600 millones de habitantes en 2030, según la ONU. Pero, además, a este repunte poblacional debemos sumar que alrededor de 800 millones de personas –un 10% más o menos de la población– están en situación y riesgo de hambruna, un problema que podría recrudecerse en el futuro si no usamos de manera eficiente los recursos naturales disponibles con el fin de proporcionar alimentos para la totalidad de la población.
En este complejo escenario, sin duda, hay un sector que va a jugar un papel crucial en el futuro: la agricultura. Un sector primario que será clave, pero que ha sufrido mucho en las últimas décadas debido a la despoblación rural en favor de la concentración de habitantes en los espacios urbanos.
Para enfrentarnos a los desafíos relacionados con el abastecimiento de alimentos, sin duda, es importantísimo contar con un sector productor potente y sólido que sea capaz, entre otros aspectos, de resistir momentos de transformación y garantizar un suministro adecuado. En este sentido, el sector agroalimentario será uno de los ejes que garanticen de manera justa el acceso a productos alimentarios.
Es por ello que la inversión y la innovación en agricultura son más necesarias que nunca porque, entre otras cosas, serán capaces de elevar la producción de alimentos de forma eficaz y sostenible. Es decir, usar la innovación, las nuevas herramientas tecnológicas a su alcance y la inversión para hacer una mejor gestión de los recursos y poder alimentar a la población mientras cuidamos el medio ambiente.
Y, además, no debemos olvidar que el sector agrícola ha sido uno de los que menos se ha resentido durante la crisis sanitaria al ser una de las actividades básicas que no dejaron de funcionar en el estado de alarma. Es más, hay que subrayar que el sector de la agricultura ha cerrado 2020, uno de los años más complicados del siglo, con un aumento del 4,9% del PIB, frente a los descensos generalizados del resto de sectores económicos.
No obstante, la agricultura se va a enfrentar en los próximos años a retos muy complejos porque, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en 2030 el objetivo es alcanzar el nivel ‘hambre cero’.
Modernización de los procesos agrícolas
Ante ello, y teniendo este objetivo en la agenda, no cabe duda de que los procesos actuales en la explotación agrícola deben transformarse ante la nueva realidad que viene y abrazar la innovación para ser más eficientes. La producción de alimentos no se entiende sin la variable de una mejora y optimización en la gestión de recursos tan importantes –y finitos– como el agua.
Y esto no es un detalle baladí en absoluto porque, según las previsiones de la FAO, en 2050 las necesidades mundiales de agua para la agricultura habrán aumentado en un 50% a fin de satisfacer la creciente demanda de alimentos. Pero, además, también hay que señalar que en este momento los recursos mundiales de agua menguan debido a un uso indiscriminado, una mala gestión y al cambio climático.
Atajar este problema requiere de una mejora en la gestión del agua y de la tierra. De ahí el papel de las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura como, por ejemplo, sensores, geolocalización, drones, sistemas de riego inteligentes para evitar riesgos innecesarios, optimizar el uso de fertilizantes, etc.
El papel de los frutos secos para los avances en el sector
El cultivo de los frutos secos está en auge en España. De hecho, los frutos con cáscaras ocupan una superficie de 788.400 hectáreas donde destaca el almendro como principal cultivo con el 90% de la superficie total. En efecto, España se sitúa como tercer productor mundial de almendra en grano tras Estados Unidos y Australia, y es el principal productor del continente europeo. Las variedades que más se cultivan en nuestro país son el almendro, el pistacho, el olivar, el nogal, cítricos y el aguacate.
España, aparte de los frutos secos, cultiva otros productos muy demandados por los nuevos consumidores (millennials y generación Z) como son el olivar, los cítricos, la viña, el aguacate o los frutos rojos.
Se trata de una producción agrícola interesante por varios motivos, uno de ellos es el comportamiento de ratio de la rentabilidad debido a la generación de valor y diferenciación. En el último año, el área dedicada al cultivo de almendro ha crecido en torno a un 25% en nuestro país, es decir, el fruto seco es un producto que sigue despertando el interés de los productores por las buenas cotizaciones que viene arrojando a lo largo de los últimos años, sobre todo, en régimen de cultivo ecológico, una de las principales ventajas por las que está apostando el productor.
Apostar por el agricultor
Es recomendable además que el productor sea asesorado para alcanzar la máxima rentabilidad a sus cultivos con los recursos bien optimizados y con el mínimo impacto ambiental. En este sentido, hay compañías con divisiones muy especializadas que son grandes aliadas de los agricultores a la hora de modernizar sus explotaciones e instalaciones como es el caso de SUEZ, una organización multinacional con más de 160 años de experiencia en la gestión de recursos naturales.
En este contexto, SUEZ pone a disposición de los agricultores diversos servicios, soluciones y proyectos que abarcan todo el ciclo de producción agrícola. Asesora a los agricultores en la transformación y le ayuda a elegir el cultivo óptimo según las características del suelo y del entorno de la finca y les ayuda a llevar a cabo una gestión eficiente del agua a través de la modernización de sus sistemas de regadíos, así como la reutilización del agua y la huella hídrica.
Así mismo, los equipos de SUEZ también asesoran para implantar fuentes de energía más eficientes como las placas solares o las turbinas minihidráulicas, así como a llevar una gestión integral de la propia finca ayudando a la digitalización de la misma, desde la instalación de sensores y teledetección, automatización de la producción, aplicaciones móviles para el seguimiento hasta el control de los cultivos, control de costes, etc.
En definitiva, SUEZ se convierte en el interlocutor del agricultor que le ayuda a diferenciar sus producciones y obtener el mejor valor en el mercado, preservando el medio ambiente.