El motero que perdió un ojo por llevar la bandera de España, a OKDIARIO: «Me siento desamparado»
Sergio recuerda cómo vivió el día que perdió un ojo: "El de la ambulancia ya me dijo que pintaba mal"
"Mi club motero es apolítico, se debe castigar todos los extremos; a ciertos colectivos se le está dando alas"
Sergio, el motero al que llevar la bandera de España en la solapa de su chaqueta motera le costó un ojo, rompe su silencio en OKDIARIO. En su primera entrevista, explica que se siente «desamparado». «Estoy sufriendo mucho por culpa de las instituciones, de la Seguridad Social, del Centro de Atención a la Discapacidad, del Régimen de Clases Pasivas. Está siendo todo muy frustrante y surrealista, que algo tan evidente como que no puedo trabajar no esté solucionado ya no me lo creo», expresa. La víctima señala que le parece «poco» la condena de dos años y medio de cárcel a los cuatro agresores que se lograron identificar y rechaza todo tipo de extremismos ideológicos.
PREGUNTA.- ¿Qué recuerdas de ese 20 de octubre de 2019?
RESPUESTA.- Quedamos un grupo de amigos del club de motos para un concierto de tarde. No era ni de noche. Cuando nos íbamos a marchar, fuimos al garito de al lado a echar la última Coca-Cola. Como era conductor, no bebía ni gota de alcohol. Entonces, se formó un poco de revuelo en la puerta. Estaba yo hablando con el portero, un amigo mío que me estaba guardando el casco y se formó. Oímos gritos de «¡Fascistas, hijos de puta, os vamos a matar!». Y empezó una lluvia de botellas tremenda. Uno de ellos me hizo con la mano como: «Ven, ven, ven». Yo le dije: «Parad de tirar botellas, coño». Pero nada. Una de las botellas que iba hacia nosotros me reventó la cara. La parte más dura de la botella de vidrio, el culo, se me quedó clavado en el ojo. Y nada. Todo sin haber mediado palabra con nadie. Sin haber discutido.
P.- ¿Por qué os ponen en el punto de mira?
R.- Estas personas o, más bien, estos individuos, fueron a por nosotros, porque alguien dentro del concierto les dijo «Oye, que aquí hay moteros con chalecos con banderas de España». Iban preparados y hacer daño. Nuestro club es internacional. Nosotros representamos a España. Cada motero lleva la bandera de España rojo, amarillo, rojo. Ni el escudo, ni el pollo, ni nada. Simplemente, los colores de nuestro país y ya está. De hecho, algunos llevan la bandera de su comunidad autónoma. Por ejemplo, la ikurriña, porque uno es del País Vasco.
P.- La sentencia dice que sois un grupo apolítico.
R.- Sí, de hecho, una de las normas, para evitar discusiones, es que no se habla ni de fútbol ni de política. Cada uno tiene su equipo y sus ideologías. Pero dentro del club, con el chaleco puesto, no se habla de esos temas. Al ser un club internacional hay gente de Marruecos, Turquía, Rusia… Cada uno de una ideología política diferente, pero todos tenemos en común la moto. En las quedadas internacionales somos todos hermanos.
P.- ¿Qué sabes de los agresores?
R.- Esa noche, nada. Te podías imaginar su ideología por su vestimenta y por los gritos que proferían de «¡Fascistas, hijo de puta!». Luego la investigación policial les pilló manuales de actuación, pegatinas… Entonces vimos que era un grupo organizado. Al lado de la sala de conciertos hay una sede del Partido Comunista. Podrían haber salido de ahí. De misa, precisamente, no salían, claro.
P.- Te han arruinado tu vida profesional, ¿deberían declarar tu incapacidad?
R.- Sí. No estoy buscando directamente una pensión como tal. Quiero un reconocimiento porque es verdad de que hay trabajos que no puedo hacer. La Policía me dijo que hay ayudas para víctimas de delitos violentos. Me pidieron el informe del fiscal, lo presenté todo y al final, pues no me declararon víctima de delito violento. ¿Por qué? No lo sé. Nos tocará recurrir. Pero mira como estoy, mira como me han dejado. No es ninguna broma.
P.- ¿Perder el ojo fue muy duro?
R.- El de la ambulancia, cuando me vio, ya me dijo. Yo en principio pensaba que había sido un golpe. Piensas que será un golpe en el pómulo como los boxeadores. Pero claro, me toqué y noté el cristal. Me metí corriendo dentro para coger un taco de servilletas para parar la sangre. Al ver la reacción de la gente, algunos se pusieron blancos, me impactó. El de la ambulancia me dijo: «Mira, he asistido accidente de tráfico y he visto cosas, pero esto pinta mal».
P.- ¿Qué te parece dos años y medio de cárcel cuando podrían haberte matado?
R.- A ver, tal y como lo hicieron, que se organizaron, que quedaron para hacer daño… me parece poca condena. Encima gritaron unas amenazas y casi las llevan a cabo. Me han dejado tuerto y llevo cinco años fastidiado por todos lados. ¿Por qué no es delito de odio? Iban a atacar a gente que llevaba una bandera de España en España. No es la lleváramos en China. Fue en España. Quedaron por odio. El trabajo policial, que fue sensacional, sacó mensajes internos en esa línea. También agradezco mucho el trabajo de mi abogado y del fiscal. Tenía que haber sido una pena ejemplarizante, como le haces a tu hijo cuando le castigas. Para decir:»Esto no lo puedes hacer», pero es una pena baja.
P.- ¿Qué te parece que sólo se condena a cuatro personas?
R.- Al resto no se les pudo identificar. Iban con capuchas, bragas… Pero eran 30 o 40 personas, seguro. Y encima la calle Mayor es estrechita. Hacía más bulto.
P.- ¿Has logrado rehacer tu vida?
R.- Conseguí entrar al Ejército porque estaba en excedencia. Me pusieron un puesto adaptado. Mi intención era ascender, pero es imposible. No puedo hacer el examen de cabo primero. Tampoco puedo usar armas. No puedo ejercer mi profesión de militar con mi especialidad. No puedo hacer nada. Si al menos me lo reconociesen… Me dicen: «Oye, pues estudia otra cosa». Al decirme eso me estás reconociendo que lo mío no lo puedo hacer. No quiero más de lo que me corresponde, tampoco menos.
P.- Tu caso se suma al de los guardias civiles de Alsasua y al hombre de los tirantes rojigualda. ¿Crees que la izquierda ha provocado un clima político irrespirable?
R.- Como decía, somos un grupo apolítico. No quiero dar mis ideas. Pero sí que es verdad que por lo que se ve a ciertos colectivos se le está dando alas y a otros se le está castigando. Se debe castigar a todos los extremos, tanto al extremo izquierdo como al extremo derecho. Los extremos no son buenos. Ni arriba, ni abajo, ni izquierda, ni derecha. Entonces tenía que estar todo igual de penado. Ni más ni menos.