OKDIARIO RECONSTRUYE LA CRISIS DEL ELEFANTE 10 AÑOS DESPUÉS (I)

12/04/12 Botswana / El jefe de Seguridad del Rey a Corinna: “Se nos muere, sufre una hemorragia interna”

El Rey Juan Carlos acompañado de Vicente García-Mochales, su jefe de Seguridad.
El Rey Juan Carlos acompañado de Vicente García-Mochales, su jefe de Seguridad.
Manuel Cerdán

El final del reinado de Juan Carlos I comenzó a escribirse un 12 de abril de 2012 en Bostwana, a casi 8.000 kilómetros de España. Aquel safari al que acudió junto a su ex compañera sentimental, Corinna Sayn-Wittgenstein, en pleno estallido del caso Urdangarin, fue la gota que colmó el vaso de una sociedad harta de ver cómo Su Majestad se entregaba a una vida de lujo y excesos mientras los españoles afrontaban la peor crisis económica de la democracia, herencia del socialista Rodríguez Zapatero. Era como si Juan Carlos hubiese olvidado que era mortal, desafiando la voluntad de los dioses. «Hago lo que me da la gana porque para eso soy el Rey de España», le dijo aquel día a Corinna. Un día antes, el Rey había cazado un enorme elefante en el delta del Okavango. La fortuna le seguía sonriendo tras casi cuarenta años de reinado. Pero todo tiene un final y aquel día, Juan Carlos, tras una noche de juerga, tropezó y cayó al suelo con tan mala fortuna que se fracturó la cadera. Allí terminó la fiesta y comenzó su calvario. La imagen del monarca cazando elefantes en el corazón de África mientras en España la Corona era asediada por los escándalos daría la vuelta al mundo y sería el epitafio a su reinado. Diez años después, OKDIARIO reconstruye minuto a minuto la crisis del elefante que acabó forzando la abdicación de Juan Carlos I desvelando detalles jamás contados de ese viaje, con fotos exclusivas y testimonios inéditos.

Corinna Sayn-Wittgenstein, la ex compañera sentimental de Juan Carlos I, tomó la decisión de acelerar la repatriación de Botswana a España de Juan Carlos I cuando el jefe de Seguridad del monarca, Vicente García-Mochales, le espetó con voz de preocupación: “El Rey se nos muere. Sufre una hemorragia interna”.

Las palabras del protector y el hombre en quien el entonces Rey depositaba su seguridad preocuparon a quien había sido la pareja de Juan Carlos I durante cinco años. Mochales le había comentado en el desayuno que el monarca se encontraba indispuesto, pero en ningún momento notó en él una expresión de gravedad. Las nuevas impresiones del teniente coronel de la Guardia Civil situaban la situación en otra esfera de preocupación.

Sobre todo, cuando le desveló que sufría “una hemorragia interna”. Corinna se preparaba para realizar una excursión en helicóptero con su hijo de diez años, como le había recomendado Su Majestad unos minutos antes. Juan Carlos I, cuando ella se había interesado por su salud, le había dicho: “No te preocupes, haced la excursión en helicóptero para tomar fotos. Nos vemos más tarde”. Pero Mochales se presentó en el helipuerto para confesarle que el Rey se podía morir.

La parranda de la noche anterior en la que Su Majestad se había excedido con la bebida, sobre todo con el vino, y el golpe en la cadera tras pegarse un batacazo, colocaban la salud del jefe del Estado en una situación crítica.

El Rey se rompió la cadera al tropezarse y caer al suelo tras haber ingerido altas dosis de alcohol.
El Rey se rompió la cadera al tropezarse y caer al suelo tras haber ingerido altas dosis de alcohol.

La fiesta en el campamento del Delta se alargó hasta las tantas de la madrugada. El vino no faltaba porque Juan Carlos I se había llevado al safari todo un cargamento de botellas de Vega Sicilia y Alión, unos de sus caldos favoritos producidos por el mismo viticultor de las bodegas de Valbuena y Peñafiel, respectivamente, en la Ribera del Duero.

Corinna sabía menos porque la noche anterior se había retirado a sus dependencias con su hijo a las 9,15 de la noche tras la cena. Juan Carlos y sus amigos se quedaron hasta altas horas de la madrugada. En ese momento el Rey ya estaba bebido total. Se había pasado con el vino.

Cenador del campamento africano donde el Rey y sus acompañantes pernoctaron tras la cazar elefantes.
Un cenador similar al del campamento africano donde el Rey y sus acompañantes pernoctaron tras la cazar elefantes.

El monarca era un poseso en materia de la bebida y la comida. Daba instrucciones para que, en sus viajes, aunque fueran a África, nunca faltara jamón de bellota, tortilla de patata, latas con ventresca de atún y sardinas, entre otros alimentos.

Bebida en vuelo

De regreso a Madrid, aún sufriendo el dolor de su maltrecha cadera, no perdonó unas copas de vino. Uno de los pasajeros del jet le comentó a García-Mochales que convenciera al Rey para que dejara la bebida por si lo tenían que llevar directamente al quirófano -como sucedió- a su llegada al aeropuerto de Torrejón para operarlo de urgencia, pero el jefe de Seguridad no se atrevió.

Corinna lo había intentado antes, pero su ex pareja le contestó: “Yo soy el Rey de España y hago lo que me da la gana”.

García-Mochales era la persona más adecuada para pedirle al monarca prudencia con la bebida porque pertenece, como teniente coronel de la Guardia Civil, a la Unidad de Seguridad de la Casa de SM el Rey desde el año 2007.

El jet privado que el Rey usó para volver a España aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz.
El jet privado que el Rey usó para volver a España aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz.

La Guardia Civil da protección a la Monarquía española desde 1979. El departamento depende de la Secretaría General de la Casa de Su Majestad el Rey y, cuando Juan Carlos abdicó, estaba formado por 300 profesionales de la seguridad del Estado, bajo el mando del general Barrós.

García- Mochales, que procede de una familia de militares, es un experimentado jefe del instituto armado que se encarga de la seguridad de Su Majestad (SM) desde antes y después de su abdicación en 2014. Es la persona de más confianza de Don Juan Carlos que se encarga de su protección y de la logística de los viajes. En la actualidad, se encuentra en Abu Dabi dirigiendo la seguridad del Rey Emérito con un equipo de media docena de guardias civiles.

El teniente coronel aparece siempre en un segundo plano en las imágenes públicas de Juan Carlos, pretendiendo pasar siempre desapercibido. Está considerado como un profesional serio, eficaz y de total lealtad a SM, hasta el punto de haber participado en asuntos relacionados con la economía sumergida.

Tal es su grado de fidelidad que su nombre figura en los documentos de la compañía aérea Air Partner como en fletador de la mayoría de los vuelos en jets que Juan Carlos I utilizó para su uso privado. Esos servicios eran pagados por la Fundación Zagatka de la que era testaferro su primo Álvaro de Orleans.

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