Francia investiga 76 lugares de culto islamista y los cerrará si encuentra indicios de radicalización

El ministro del Interior ha anunciado que estos lugares serán investigados y cerrados si es necesario.

Policías franceses custodian la puerta de la catedral de Notre Dame de Niza tras el atentado yihadista. Foto: AFP
Policías franceses custodian la puerta de la catedral de Notre Dame de Niza tras el atentado yihadista. Foto: AFP

Gérald Darmanin, el ministro del Interior francés, ha anunciado en los micrófonos de Radio Francia Internacional, que los servicios de inteligencia franceses tienen en el punto de mira 76 lugares de culto desde donde se podría estar difundiendo mensajes contra la República francesa. Estos lugares de culto islámico serán investigados próximamente, según indicó Darmanin tras su reunión con los prefectos franceses y, en caso de encontrar signos de radicalización, serán clausurados. Darmanin señala que la cifra es un porcentaje muy pequeño de los más de 2.500 lugares de culto islámico registrados, por lo que «no se puede hablar de radicalización generalizada», como buscan algunos sectores ideológicos. Pero añade que en algunos casos estos se los mensajes antirrepublicanos se encuentran muy localizados, y ahí es necesario investigar.

El Gobierno francés disolvió ayer el denominado Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF), una organización que según apuntan fuentes del gobierno se dedicaba desde hace años a propagar un discurso islamista y anti republicano. Esta organización formaba parte de una lista con medio centenar de nombres de los grupos que el Gobierno francés se dispone a examinar para combatir la desestabilización y la propaganda islamista. Esta decisión se tomó a raíz de la muerte del profesor Samuel Paty, un asesinato que conmocionó a Francia y que atacó uno de sus pilares fundamentales: el de la educación.

Ya el pasado viernes, la propia CCIF se adelantaba a la decisión del Gobierno y anunció su disolución voluntaria y la transferencia de todos sus activos a otras asociaciones colaboradoras. El Gobierno de Francia se muestra así dispuesto a combatir el proselitismo islamista y ese estado dentro del Estado que se ha ido construyendo en el seno del país galo.

A raíz del asesinato de Samuel Paty, el presidente francés Emmanuel Macron lanzó su ofensiva contra el separatismo islamista, que a través de una nueva legislación trataría de atajar una problemática que Francia llevaba sufriendo desde hace años, pero a la que ningún otro gobierno había querido meter mano. Macron puso en el punto de mira no sólo organizaciones o lugares de culto que fomentaran mensajes radicales, sino que quiere luchar contra otros aspectos que pueden incidir en la radicalización de los más jóvenes, como pueden ser las clases a domicilio, la formación de los imames o el fin de los certificados de virginidad que algunos médicos emitían.

El impacto de todas estas medidas sólo podrá ser valorado a medio y largo plazo, aunque en muchos sectores preocupa que éstas puedan alimentar el discurso xenófobo y racista que ya está presente en algunos ámbitos de la política francesa. Macron y su gobierno tienen la difícil tarea de equilibrar, argumentar y hacer pedagogía de los objetivos que buscan con estas medidas.

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