Crece el conflicto social en la frontera de Gaza y Egipto

Egipto
Mapa de la región: Israel, franja de Gaza, Egipto y el Mediterráneo, donde se construiría la isla.

La tensión social en el paso fronterizo de Rafah, entre la Franja de Gaza y Egipto, aumenta debido a los miles de personas que se agolpan para intentar escapar de la cruel realidad que se vive en la Franja. Este foco de conflicto se erige en un serio problema también por la proliferación de los postulados yihadistas.

La escalada en la zona está empezando a ser difícil de controlar tras los últimos choques que han dejado un civil palestino muerto en bombardeos de represalia de Israel en Gaza sobre objetivos militares; en respuesta al disparo de una decena de cohetes desde la Franja a Israel que hizo desatarse el enfrentamiento más aún sobre el territorio. Hasta el punto de que personajes destacables como Benny Gantz, candidato a primer ministro de Israel, ha instado a llevar a cabo nuevas ofensivas militares contra objetivos palestinos.

Junto a la lucha armada, el bloqueo instaurado en la Franja de Gaza, impuesto desde 2007 por Israel y Egipto tras la asunción del poder por parte de Hamas, hace que muchas personas traten de escapar ante la desesperación más absoluta de una vida que discurre con problemas varios como la falta de agua corriente salubre, de electricidad y de inseguridad diaria, lo cual hace que la situación sea ‘infernal’ para el común de la población gazatí. Una inseguridad que viene marcada por los constantes enfrentamientos que existen entre manifestantes palestinos contra el Estado de Israel. En condiciones muchas veces desiguales al ser palestinos lanzando piedras y lo que tienen a mano contra soldados profesionales en los bordes fronterizos.

El puesto limítrofe de Rafah es la salida de Gaza más al alcance para los palestinos al ser la única que no está bajo control directo de Israel, en este caso con dirección a Egipto, y se revela como una puerta hacia la esperanza para muchos habitantes de la Franja.

Hablamos de una frontera de escasos 12 kilómetros, que por razones obvias no puede asumir con cierta normalidad las oleadas de personas que quieren salir de Gaza, donde el volumen de población se acerca a los dos millones de ciudadanos, congregados en un área de unos 365 kilómetros cuadrados.

El descontento social se multiplica exponencialmente por las duras condiciones de vida y los enfrentamientos constantes que existen en la zona. La zona padece las constantes escaramuzas armadas entre soldados israelíes y palestinos y las consecuencias de un bloqueo de una década que perjudica a la región.

La esperanza es más bien poca entre una población que sufre una tasa de paro del 50% (70% entre los más jóvenes) y en la cual el 80% depende directamente de la ayuda internacional ante las restricciones presentes en la zona; y esto obliga a muchos a marchar en la búsqueda de un futuro mejor en la frontera sur con el país egipcio.

Sobre este tablero entra en juego el peligro de la proliferación de las tesis del terrorismo yihadista, con los grupos de Daesh y Al-Qaeda como principales abanderados. La frustración y la falta de esperanza pueden conducir fácilmente a muchos, entre ellos los más jóvenes, a caer en las redes de captación de estas asociaciones terroristas que, en nombre de la yihad o guerra santa, lanzan a estas personas captadas a actos terroristas contra el supuesto enemigo común opresor y de ocupación.

Unos 35.000 palestinos salieron de Gaza en 2018, según cifras aportadas por la Administración de Israel, número que la Organización de Naciones Unidas (ONU) rebaja a los 23.500. Actualmente, en lo que va de año ya se han marchado 23.000 personas, según las cuentas oficiales de los funcionarios del puesto fronterizo de Rafah.

Durante mucho tiempo, esta vía de escape ha permanecido cerrada. Egipto reabrió esta frontera en mayo del año pasado tras la muerte de 60 personas a manos del Ejército hebreo en una manifestación de personas que se dirigían al límite entre Gaza e Israel para mostrar su desacuerdo por el anuncio del traslado de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Una situación que abocó a un escenario de escalada de tensión y que obligó a relajar la situación fronteriza.

La mayoría de los emigrantes que salen alegan como motivos para marchar causas de salud y académicas o visitas familiares, a través de un paso fronterizo que ha estado semicerrado durante los últimos cinco años, desde la última guerra entre Palestina e Israel en 2014, siendo abierto solamente durante días concretos, en torno a 30 ó 40 al año.

La problemática entre Israel y Palestina permanece encallada; la fórmula de creación de dos Estados simultáneos sobre el terreno (el israelí y el palestino) sigue siendo una utopía hoy en día, por lo que el Estado palestino sigue sin ser reconocido oficialmente, ante un Estado israelí que recibe apoyos internacionales importantes, sobre todo el de Estados Unidos.

En este escenario, la propaganda utilizada por Daesh y Al-Qaeda utiliza la crisis palestina para instar a atentar en cualquier parte del mundo. Muchos de los afectados protestan en la Franja de Gaza por las duras condiciones que afrontan en el día a día, lo que puede ser aprovechado por el terrorismo internacional para extender sus tentáculos en Palestina. Aquí entra en juego también la organización palestina abiertamente yihadista del Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, que tiene el control del Gobierno de Gaza y que es la rama palestina de los Hermanos Musulmanes, organización a la que derrocó el actual presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, y que él mismo catalogó como organización terrorista en Egipto. Coyuntura que hace también que Al-Sisi no comulgue con Hamas por razones obvias. Precisamente, al norte del territorio egipcio, en la península del Sinaí está instalado Daesh desde 2014 con sus grupúsculos o franquicias vinculadas.

Hamas llegó a tomar el control del lado palestino del enclave fronterizo de Rafah el pasado mes de enero tras la retirada de los funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina, que acabó por denunciar el acoso y la detención de varios de sus funcionarios. Un portavoz de Hamas llegó a señalar al diario The Times of Israel que pasaron a controlar la frontera “para evitar un vacío”.

El paso fronterizo de Rafah se llegó a cerrar por parte de Egipto en 2007 tras la toma de poder de la Franja de Gaza por parte de Hamas y se abre solamente durante pocos días o semanas para permitir el paso de un pequeño grupo de palestinos.

Muchos ciudadanos de Gaza ya no vuelven y ponen destino a países del Golfo, a las costas del Magreb o llegan incluso a campos de refugiados de islas griegas del mar Egeo. Egipto limita actualmente el paso a unos 300 visados al día para poder controlar mejor la situación porque una apertura total podría llevar al colapso. “Si Egipto reabriese la frontera de par en par, saldrían de una vez más de 100.000 personas”, ha indicado al diario El País el analista político Talat Okal.

Las colas en Rafah son muy remarcables. El trámite ordinario para intentar cruzar puede llevar horas y horas, y, para evitar el cauce oficial, existen subterfugios como el de abonar unos 1.000 euros (un auténtico dineral para los palestinos) que permiten ahorrarse las interminables colas.

Pero nada de esto impide a muchos tomar la determinación de huir en busca de un porvenir mejor. La gente está harta de las condiciones insalubres, de la falta de oportunidades y de las tres guerras vividas ya con Israel (la última la de 2014). “Después de tres conflictos armados con Israel que no han conducido a nada, la gente de Gaza está harta de guerras”, ha señalado al respecto Ahmed Yussef, profesor de Ciencias Políticas y exasesor de Ismail Haniya, líder de Hamás.

Egipto ha tratado en las últimas fechas de aumentar los esfuerzos de mediación para evitar un enfrentamiento militar completo entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Según el medio Noticias de Israel, altos funcionarios del Servicio General de Inteligencia egipcio (Mukhabarat), que visitaron la Franja, habrían enviado en septiembre un mensaje de dirigentes hebreos a Hamas prometiendo “aliviar las restricciones” a los palestinos a cambio de poner fin a los ataques terroristas.

Según la misma información, habría informes que recogen que las medidas ofertadas por Israel incluirían aumentar el suministro de electricidad y combustible y facilitar la entrada de mercancías en la Franja de Gaza.
Aunque a pesar de las buenas intenciones, la Franja de Gaza sigue siendo un polvorín y los continuos enfrentamientos entre palestinos e israelíes pueden llegar a ser el detonante a un conflicto bélico mayor.

Entre las últimas voces que se han alzado en este sentido se encuentra la de Yuval Steinitz, ministro de Energía de Israel, quien ha apuntado que existe una alta probabilidad de que su nación lleve a cabo una operación militar terrestre contra Gaza. En declaraciones hechas el pasado domingo, Steinitz abogó por una ofensiva en la Franja de Gaza contra Hamas: “Por el momento, parece que primero tendremos que lanzar una gran operación militar y solo después buscar un acuerdo. Si no hubiera otra opción y quisiéramos derrocar al régimen de Hamas, deberíamos ir por la opción terrestre”.

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