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La historia de los pueblos prerromanos en la península ibérica

a historia de los pueblos prerromanos sigue desvelando secretos y aportando nuevas perspectivas sobre la vida en la península ibérica antes del dominio romano.

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  • Francisco María
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Durante la época prerromana, la península Ibérica era un lugar de paso para muchos pueblos, por ello desde la última época de la Edad del Hierro hasta la llegada de los romanos, nuestro territorio estaba formado por pueblos y culturas muy diferentes agrupados en cuatro grandes grupos: los iberos, los celtas, los celtíberos y los Tartesos. Gran parte de su desarrollo y cultura fue producto de su contacto y capacidad de asimilación con los pueblos colonizadores, fenicios, griegos, púnicos y romanos.

La historia de los pueblos prerromanos en la península ibérica es muy amplia y extensa, pues se extiende desde el siglo VI hasta el siglo I a.C. y constituye uno de los capítulos más fascinantes de la Historia antigua.

Los pueblos prerromanos de la península Ibérica

La Península Ibérica es la más occidental de las tres penínsulas en Europa que se adentran en el Mediterráneo. Ubicada en el suroeste del continente, abierta al Mediterráneo y al Atlántico, así como a Europa, la Península Ibérica constituía el “finis terrae” o final del mundo conocido en la Antigüedad. En esta ubicación geográfica tan privilegiada se conformaron los pueblos prerromanos descritos por los historiadores greco-romanos.

Los iberos

Los iberos eran una población indígena que se establecieron en las costas levantinas y el Valle del Ebro hasta el Sur de Francia, abiertos al Mediterráneo y a sus corrientes civilizadoras. La cultura ibera se desarrolló entre los siglos VI y IV a. C. como una de las sociedades más urbanizadas de toda la península ibérica.

Las sociedades iberas eran las más abiertas a los contactos con otras culturas mediterráneas, especialmente griegos y fenicios, con quienes intercambiaban todo tipo de productos. De ahí que su economía fuese bastante desarrollada y comercial. Los iberos eran gentes agrícolas y comerciales, vivían en pequeñas poblaciones fortificadas y se organizaban en sociedades de jefatura que dominaban diversos poblados, atalayas y vías de comunicación.

En zonas como la de los turdetanos se encontraban los pueblos iberos más cultos, los cuales, gracias a su relación con los pueblos colonizadores, permitieron que gran parte de península alcanzara un considerable nivel de desarrollo. En consecuencia, la posterior romanización fue sencilla y sin complicaciones.

Los celtas

Los pueblos celtas llegaron a la península Ibérica de Europa Occidental y se instalaron en la vertiente norte a comienzos del primer milenio a. C. Este conjunto de pueblos indoeuropeos se repartió por la Meseta, la zona atlántica y el norte de la Península. Los celtas, establecidos en la Meseta y en la costa atlántica, vivián en castros defendidos por murallas y convivían con otras tribus, como los cántabros y los vascones.

Eran la principal población del interior y del occidente y se dedicaban a la agricultura, la ganadería y al comercio. Además, sabían trabajar diferentes metales, como el hierro y el plomo, y eran en su mayoría pastores y guerreros con tendencia a expandirse.

Los celtas adoptaron en poco tiempo rasgos de la cultura ibera, lo que originó el desarrollo de los pueblos conocidos como celtíberos.

Los celtíberos

Los celtíberos eran un pueblo mestizo producto de la mezcla que se dio entre los celtas del norte y los íberos del levante. Esta cultura y demás poblaciones afines, ocupaban el centro de la península y estaban relacionados con los pueblos del norte y los que se extendían hasta el Atlántico, como Lusitanos, Galaicos, Astures y Cántabros.

Al situarse lejos del Mediterráneo, los celtíberos tenían un menor nivel de desarrollo y sus sociedades eran más arcaicas, además vivían en pequeñas aldeas fortificadas o castros. Esto explica por qué fueron el principal pueblo que se enfrentó a Roma, pese a su escasa capacidad de resistencia. Finalmente, terminaron romanizados a partir del siglo I d. C.

Los Tartesos

No se sabe con exactitud la procedencia los Tartesos, pero se intuye que fueron el resultado de la mezcla entre los fenicios, un pueblo comercial muy avanzado (procedentes de Fenicia, actual Líbano), y la población autóctona de Huelva-Sevilla-Cádiz. Los Tartesos se desarrollaron en torno al siglo VIII a. C., ocupando varios territorios, como el Valle del Guadalquivir, las costas de Huelva y Extremadura.

Eran de las culturas más civilizadas de Iberia gracias a su contacto con los fenicios y otras colonias. A diferencia de otros pueblos, los Tartesos construyeron grandes ciudades y desarrollaron una escritura, que trasmitieron a los Iberos.

Finalmente, cerca del Pirineo Occidental habitaban los Vascones, un pueblo no indoeuropeo con formas de vida muy primitivas, cuya lengua guarda cierta relación con el actual vasco.

Legado y Conclusión

La historia de los pueblos prerromanos en la península ibérica es un testimonio de la diversidad cultural y la complejidad social que existió antes de la llegada de Roma. Su legado perdura en la lengua, las tradiciones y los aspectos culturales que aún se pueden observar en la actualidad. La influencia de estos pueblos sigue siendo objeto de estudio y admiración, revelando un pasado rico que ha contribuido a la formación de la identidad española moderna.

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