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Armas olvidadas: inventos militares españoles que pocos conocen

Aquí repasamos algunos de esos inventos militares españoles poco conocidos, que demuestran que la ciencia y la estrategia bélica también tuvieron su propio laboratorio.

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Armas olvidadas.
Francisco María
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España no siempre ha recibido el reconocimiento que merece por su talento innovador en el ámbito militar. A lo largo de los siglos, ingenieros y científicos españoles idearon máquinas y sistemas de combate que, por falta de apoyo o simple azar histórico, quedaron relegados al olvido. No obstante, detrás de cada invento hay una historia de ingenio, de visión adelantada a su tiempo y de una creatividad que merece ser rescatada.

Isaac Peral y el submarino que se adelantó a su siglo

En 1888, en las aguas de Cádiz, un ingeniero de la Armada llamado Isaac Peral presentó al mundo un artefacto que parecía pura ciencia ficción: un submarino eléctrico. En una época dominada por los barcos de vapor, Peral diseñó un buque con casco de acero, motores eléctricos, tanques de inmersión y un tubo lanzatorpedos. Era un prodigio técnico tan avanzado que muchos oficiales no comprendieron su alcance.Armas

El prototipo funcionó a la perfección: navegó, se sumergió y lanzó un torpedo durante las pruebas oficiales. Aun así, el proyecto fue archivado. La falta de apoyo político y los recelos internos condenaron a la máquina al olvido. Décadas más tarde, los grandes imperios navales desarrollarían submarinos muy parecidos al de Peral.

Hoy, el submarino Peral se exhibe en Cartagena como una reliquia, pero también como un recordatorio de lo que pudo haber sido: el nacimiento de una nueva era en la guerra submarina bajo bandera española.

Torres Quevedo y el primer mando a distancia

A principios del siglo XX, otro inventor español, Leonardo Torres Quevedo, presentó un dispositivo tan revolucionario que el propio Nikola Tesla habría aplaudido: el Telekino, el primer sistema de control remoto del mundo.

El aparato permitía manejar barcos, torpedos o máquinas a distancia mediante señales de radio. Su creador lo probó con éxito en 1903 en el puerto de Bilbao, dirigiendo un pequeño barco sin tripulación. Lo que hoy consideramos habitual, los drones, los misiles guiados, los vehículos no tripulados, tiene su raíz en aquel experimento español.

Torres Quevedo patentó su invento en varios países y lo presentó ante academias científicas europeas. Sin embargo, al igual que ocurrió con el submarino de Peral, el Telekino no tuvo continuidad.

Pequeñas innovaciones con gran valor

Más allá de estos grandes nombres, hubo otros inventores españoles que aportaron innovaciones menos conocidas, pero igualmente sorprendentes. Uno de ellos fue Cosme García Sáez, un autodidacta riojano que, en el siglo XIX, ideó un fusil de retrocarga capaz de disparar miles de veces sin necesidad de limpieza. También diseñó un submarino primitivo antes que Peral, aunque con menos medios y reconocimiento.

Este tipo de figuras muestran que la historia militar no solo se escribe con grandes batallas, sino también con las herramientas que las hacen posibles. Las innovaciones de García Sáez o de otros técnicos españoles fueron semillas de progreso que, en muchos casos, se perdieron entre el desinterés y la falta de financiación.

¿Por qué se olvidaron estas armas?

La respuesta no es sencilla. En parte, el olvido tiene que ver con la falta de continuidad institucional: los proyectos innovadores dependían del entusiasmo de unos pocos y no de un plan de Estado. Cuando esos visionarios morían o caían en desgracia, sus ideas se archivaban.

También influyó una cuestión de imagen: la historia bélica española se ha contado más desde las derrotas que desde los avances tecnológicos. Además, muchos de estos inventos estaban ligados a la industria militar, un campo rodeado de secretismo y, a menudo, de prejuicios.Covadonga

Por último, hay un elemento práctico: un prototipo no basta. Si no se produce en serie ni se aplica, desaparece de la memoria colectiva. Eso fue lo que ocurrió con el submarino de Peral o con el Telekino: inventos que funcionaban, pero que no llegaron a desplegarse en combate.

El legado que dejaron

Aun así, el valor de estas creaciones no se mide solo en términos de éxito militar. Representan la capacidad de imaginar el futuro en un país donde los recursos eran escasos y la ciencia, muchas veces, incomprendida.

El Telekino, por ejemplo, es el antepasado directo de los sistemas de control remoto que hoy se usan en drones militares o robots de desactivación. El submarino Peral inspiró a generaciones de ingenieros navales y puede considerarse el punto de partida de la actual industria submarina española.

Estos inventos no solo fueron máquinas: fueron ideas visionarias que conectaron a España con la vanguardia tecnológica mundial. Rescatarlas hoy es una forma de reconocer que la innovación también tuvo raíces profundas en nuestra historia.

Conclusión: rescatar el ingenio

Recordar a Peral, a Torres Quevedo o a Cosme García es rendir homenaje a un tipo de talento que no siempre brilla en los libros de historia, pero que ha sido fundamental para el avance de la ciencia y la técnica.

Al fin y al cabo, las verdaderas armas del futuro no siempre se disparan: a veces se inventan, se sueñan y esperan pacientemente a que el mundo esté listo para comprenderlas.

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