Marina Restaurante: Valencia en estado puro con el producto local y los arroces
Los acontecimientos extraordinarios conmueven y más cuando ocurren en una tierra tan querida como nuestra Valencia, y si conllevan un nivel de pérdidas humanas de tal calibre como el que hemos visto. Imposible no quedarse inmóvil y sin palabras ante las noticias que nos llegan. No podemos imaginar el sufrimiento de los valencianos estos días, pero estamos seguros de que se recuperarán más fuertes que nunca, sin olvidar, por supuesto.
Queremos rendirle con este artículo nuestro particular homenaje gastronómico y darle un humilde empujón a esta región. Aunque sabemos que aún faltan semanas para volver a la normalidad, ya nos frotamos las manos de las ansias por volver a visitarles y darles un achuchón. Y es que comenzamos un nuevo mes y la rueda empieza de cero otra vez. En noviembre tenemos 30 días para descubrir planes, visitar aquello que siempre has querido, rendirnos a los encantos de un plato de comida o por qué no darnos ese capricho textil que tanto hemos soñado. Con la llegada del frío, la pereza nos invade y más cuando de viajes se trata; eso de pasar 18 horas al día caminando, viendo nuevos sitios y echando fotos a diestro y siniestro, no sé por qué, pero no nos apetece.
Un servidor opta por esas miniescapadas culinarias a sitios donde el clima es privilegiado, con locales para comer rico, rico, y sus gentes una delicia. Las recomiendo y más cuando tenemos la certeza de que lo que vamos a comer nos va a dejar boquiabiertos y satisfechos. De glotonería vamos servidos, pero, eso sí, de sitios de nivel. Y en Valencia descubrí mi paraíso 365. Sí, el lugar ideal para pasar cada uno de los días del año, llueva, truene, ventee o haga un calor de justicia. Les sugiero lugar y restaurante de su próxima escapada: Marina Restaurante, en Valencia. Así se las ponían a Felipe II.
Marina Restaurante (Valencia), en plena playa de Las Arenas, es el lugar perfecto en el que beber los vientos por Valencia; una manera de sumergirnos en el sentir de este territorio. Y es que es un espacio para disfrutar en cualquier época del año. En otoño, brinda la oportunidad de aprovechar esos últimos rayos de sol que nos regala la estación en sus mesas al aire; en invierno, se abre a la ciudad y respira ese ambiente acogedor de los grandes ventanales; en primavera, despierta y celebra que comienza el mejor tiempo de terrazas; y en verano, permite disfrutar de interminables comidas y cenas a los pies de la playa creando una atmósfera que te embruja.
En la mesa, una cocina genuina. Ubicado dentro del complejo Marina Beach Club, en la zona de la Marina de Valencia, este local es el mejor escaparate de las bondades gastronómicas de Valencia, provengan del mar o de la tierra; productos que han forjado un carácter indiscutible a su cocina. El chef de la casa, Alejandro Sosa, es fiel a esa materia prima autóctona, que es la absoluta protagonista del recetario local y que le otorga un sabor único a los platos. La red de productores de proximidad de la que se surte la despensa de Marina Restaurante es esencial. Gracias a esta familia y a la excelencia del género valenciano, Marina Restaurante ofrece una propuesta mediterránea de calidad, con el arroz y la cocina de siempre como marca de la casa. Además, la cercanía al mar y al marinero barrio del Cabanyal marcan la esencia mediterránea de su oferta gastronómica.
Comenzamos por la cara más gourmet de la huerta valenciana; en la carta del restaurante no faltan los emblemáticos tomates de El Perelló. Nacen en un lugar en el que la simbiosis entre el Mediterráneo y la tierra ha permitido cultivar uno de los productos más exquisitos de la comunidad. Junto a los arrozales del Parque Natural de la Albufera, encontramos la huerta de El Perelló, donde la arena de la playa nos ofrece un auténtico tesoro gastronómico; los tomates de El Perelló se cultivan en zonas arenosas donde antiguamente eran arenales de playa y que fueron cultivadas antaño por distintas generaciones. Con una dulzura especial e inconfundible, son tomates muy carnosos, jugosos y con una piel muy fina, lo que lo convierten en un producto muy apreciado. El carácter extraordinario de este producto el chef lo ha encerrado en el plato de tomate valenciano con anchoas y ventresca de atún acompañado de tres cebollas encurtidas y granizado de gazpacho. Fresco, con fuerza y lleno de sabor.
De la tierra al mar, al que Marina Restaurante se rinde con pescados frescos y de la máxima calidad llegados directamente de las lonjas cercanas. En este punto destaca el calamar de playa, que se elabora entero y a la andaluza, con una base de salsa de rosmesco ligeramente picante; el sepionet, similar a una sepia y autóctono de las costas valencianas, que se elabora a la plancha, y la clóchina valenciana, similar al mejillón, que en temporada —de mayo a agosto— se incorpora a la carta del restaurante.
Si el regionalismo culinario es una máxima de Marina Restaurante, imposible no contar con los arroces. Con el asesoramiento del reputado maestro arrocero Juan Carlos Galvis, ofrece este plato en su forma más clásica o en su vertiente más innovadora; eso sí, siempre marcado por la genuinidad que le otorgan las verduras de proximidad de la huerta como son el garrofón—una alubia— o la bajoqueta —judía verde plana—, ambas típicas de la Comunidad Valenciana. Entre los arroces secos, la carta incluye la clásica paella valenciana y de verduras, que se suman al arroz negro, del senyoret, paella de pato con setas, de pollo picantón con tirabeques, de cangrejo, de lubina, de bogavante y de txuleta madurada; los arroces melosos incluyen especialidades como de verduras, pollo campero, marisco, pato con setas, cangrejo y bogavante. La fideuá también tiene su hueco con dos opciones: de boletus y foie y de pescado y marisco. Complicado elegir uno.
Más allá de ellos, recomiendo la ensaladilla (con langostinos, zanahoria, encurtidos y mayonesa de txangurro), los huevos fritos acompañados de gamba cristal, patatas paja y emulsión de marisco, la tortilla española de patata trufada, el bacalao —confitado en aceite de ajos con escalivada tradicional y alioli gratinado— y el jarrete meloso de cordero lechal. Por la terreta, siempre.