CASO BEGOÑA GÓMEZ

Sánchez publicó su carta de «hombre enamorado» a las 48 horas de saber que Begoña Gómez estaba imputada

Sánchez montó la 'perfomance' de la carta cuando a Begoña le habían notificado su condición de investigada

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Pelayo Barro

Cuarenta y ocho horas. Dos días. Ese fue el tiempo que pasó desde que Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, supo que estaba imputada (el 22 de abril el juez encargó notificárselo) hasta que la opinión pública conoció aquella carta (el 24 de abril) en la que el presidente del Gobierno amenazaba con irse ante la campaña de «fango» y «bulos» que, dijo, había desatado «la ultraderecha» contra su mujer. Así se extrae de las comunicaciones judiciales incorporadas al sumario de la causa al que ha tenido acceso OKDIARIO.

OKDIARIO tenía razón: Begoña Gómez está investigada, la condición judicial antes conocía como imputada, dentro de las diligencias previas abiertas por el juez Juan Carlos Peinado por tráfico de influencias y corrupción. Y lo está desde el minuto uno. Un detalle clave a la hora de interpretar aquella carta de Sánchez amenazando con dimitir.

El Sánchez cariacontecido que acudió el 24 de abril al Congreso no sólo sabía que se habían abierto diligencias previas contra su mujer, como había conocido toda España aquella mañana. El presidente sabía oficialmente aquel día que el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid ya le había informado a su mujer de su condición de investigada. Es decir, imputada. Fue el día 22 de abril, tal y como se extrae de la documentación incorporada a la causa, hasta ahora secreta.

Aquella misma tarde del 24 de marzo, Sánchez soltó la bomba en sus redes sociales. «No suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta. Sin embargo, la gravedad de los ataques que estamos recibiendo mi esposa y yo, y la necesidad de dar una respuesta sosegada, me hacen pensar que ésta es la mejor vía para expresar mi opinión. Le agradezco, por tanto, que tome un poco de su tiempo para leer estas líneas», comenzaba la carta del líder socialista.

Continuaba la carta: «Como ya sabrá, y si no, le informo, un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer, Begoña Gómez, a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias, para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios». Ni una mención al hecho de que ya se le había comunicado su condición de investigada.

«Una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos, segundo, esconder su total ausencia de proyecto político más allá del insulto y la desinformación, y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político», señalaba la carta.

En aquel alegato de Sánchez, que se definía como «un hombre profundamente enamorado de su mujer», Sánchez fijaba ese plazo de cinco días para decidir, supuestamente, si le merecía la pena continuar al frente de sus funciones. Así, inició un periodo de reflexión en el que el PSOE alentó a los suyos a tomar las calles para defender el honor de la mujer del líder socialista, atacado presuntamente por «bulos de la ultraderecha».

La carta llegaba en vísperas de la campaña de las elecciones catalanas, cuyo inicio quedaba marcado por el impasse abierto por Sánchez. El lunes 29 de abril, cuando se cumplía una semana de la notificación a Begoña Gómez, Sánchez emitió una «declaración» desde la puerta de Moncloa para anunciar que continuaba en el puesto, tras comprobar el apoyo que ese fin de semana le habían dado en Ferraz unos miles de militantes socialistas. Por el camino, dos visitas a Zarzuela para redondear, ante el Rey, la puesta en escena.

Investigada desde el inicio

Sólo dos días antes de aquella carta de Sánchez, el letrado de la Administración de Justicia del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid comunicó a Begoña Gómez que estaba investigada. «Sin perjuicio de que, en el presente momento procesal, no se acuerde la declaración de la persona investigada, y dado que se le atribuye dicha condición procesal, se considera, a los efectos de evitar la indefensión proscrita en el artículo 24 de la Constitución Española, necesario, que se le dé traslado del presente auto, a fin, de que, si lo estima conveniente, designe procurador y abogado que la represente, y puedan estar presentes, e intervenir, en su caso, en las diligencias que se acuerdan en esta resolución judicial», es decir, las testificales de los periodistas cuyas noticias sirvieron de apoyo a la querella de Manos Limpias.

Escrito del juzgado del día 22.

En la parte dispositiva, el juez Peinado insiste: «Póngase en conocimiento de la persona investigada, la incoación de las presentes diligencias previas, a los efectos, de que, si lo estima oportuno, designe abogado y procurador».

Tan sólo unos días más tarde, Begoña Gómez se hizo con un abogado, el ex ministro del Interior Antonio Camacho, que ya ha acudido a las primeras declaraciones de testigos. Su propio letrado reconoció por escrito su condición de investigada en el escrito de personación presentado al juez: «Habiendo recibido la Sra. Gómez Fernández testimonio de la parte dispositiva del auto dictado en las presentes Diligencias Previas, por el cual se acuerda incoar Diligencias Previas y atribuir a mi defendida la condición de investigada, vengo a poner en conocimiento de ese Juzgado que interesa al derecho de mi representado instar su personación en la presente causa».

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