Puigdemont evoca 1716 en su paso atrás: «Evito la aplicación de un nuevo decreto de Nueva Planta»
A Carles Puigdemont le ha faltado valentía para cumplir su objetivo y coraje para ser coherente con el supuesto ‘mandato popular del 1-O’ al que venía apelando para desafiar al Estado. Llegado al borde del abismo, el exalcalde de Gerona se ha apeado de la independencia y convocará elecciones. Derrotado desde que la Constitución desenvainó el 155, desnudo ante los miles de fieles que se habrían creído que la república catalana sería ahora, a Puigdemont solo le queda arroparse con el victimismo histórico de la mitología independentista. «Las elecciones son la única salida a una nueva aplicación del decreto de Nueva Planta», se ha justificado ante su Govern. El último servicio de Puigdemont al ‘pueblo’ catalán: evitar que Rajoy llegue a aquella región española convertido en el nuevo Felipe V. Grotesco. Aunque habrá quien se lo crea entre ese ejército de fanáticos que ha creado el adoctrinamiento desde las aulas.
Se conoce como decretos de Nueva Planta los promulgados por Felipe V el 16 de enero de 1716, un año y tres meses después de terminada la Guerra de Sucesión (que no de secesión) entre los partidarios del candidato de los Austrias y el de los Borbones, por el que se crearon las nuevas instituciones catalanas. Pero como han demostrado historiadores desde Vicens Vives, los decretos de Nueva Planta beneficiaron a Cataluña en lugar de someterla.
Cataluña se desarrolló y llegó a ser lo que es gracias al decreto de Nueva Planta de 1714, no a pesar de él. Lo ha explicado así César Molinas: «Si Cataluña no se aprovechó del comercio con América hasta el siglo XVIII fue por falta de ambición y de emprendimiento, no porque tuviese ningún impedimento legal para hacerlo. Se aprovechaban los genoveses, portugueses, franceses, holandeses… pero no los catalanes. En el ámbito cultural, los siglos XVI y XVII, siglos de oro del castellano, el inglés y el francés, fueron un desierto para el catalán. Aherrojada por sus instituciones medievales, respetadas hasta por el Conde-Duque de Olivares, Cataluña dormitó durante dos siglos y medio hasta que un Borbón, Felipe V, precipitó el cambio y la empujó hacia la modernidad. ¿Qué hubiera pasado si en vez del Borbón hubiese ganado la guerra el Habsburgo? A mí me parece probable que Cataluña, constreñida por sus instituciones, se hubiese perdido la revolución industrial. Cataluña se desarrolló gracias al decreto de Nueva Planta, no a pesar de él».