Revilla admite un mes después que mintió sobre la comida donde fue cazado saltándose las normas Covid
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha tardado un mes en admitir lo evidente: que había mentido sobre la polémica comida en la que fue cazado saltándose las normas anticovid de la propia comunidad cántabra había establecido para combatir la pandemia.
Según ha asegurado el propio Revilla este lunes no dijo la verdad y se escuda en que se vio sobrepasado por las reacciones ante los acontecimientos. Es decir, admite que mintió, pero culpa a la presión posterior del entorno en vez de admitir simple y llanamente que hizo lo que no debía.
Como se recordará, Miguel Ángel Revilla fue increpado por un grupo de hosteleros a la salida de un establecimiento que le acusó de almorzar en el interior del local, en un momento en el que solo estaba permitido hacerlo en terrazas por las restricciones sanitarias del Covid. Los hosteleros denunciaban que incluso había fumado dentro.
Este lunes, Revilla aseguraba que: «Es cierto que he mentido. He mentido porque me sometieron a una presión en un momento determinado que ya no sabía ni lo que decía; no por mí, por los que me acompañaban, porque el bochorno fue terrible», ha manifestado el también secretario general del PRC ante el Pleno del Parlamento, al ser preguntado por este asunto por los portavoces del grupo mixto-Vox y Ciudadanos, Cristóbal Palacio y Félix Álvarez, respectivamente.
Asimismo, ha admitido también que mintió sobre lo de fumar, reconociendo así que el puro era suyo y justificando que negara ambas cuestiones por la presión y bochorno que sintió porque estaba acompañado por unos empresarios que le habían «invitado» a una comida «de trabajo» para abordar inversiones y proyectos previstos en la región.
«El puro era mío, pero el puro yo lo llevaba encendido por la calle, como lo dejo aquí a veces», en la Cámara, ha manifestado el jefe del Ejecutivo PRC-PSOE, que ha dicho desconocer si el restaurante en cuestión disponía de la licencia o autorización para servir comidas en la parte del establecimiento donde él se sentó a almorzar. Una explicación baladí porque hay una cosa clara: las normas de Gobierno autónomo que él mismo preside impedían comer en el interior de un establecimiento.
También ha indicado que era la «tercera vez» que comía en ese establecimiento en lo que va de pandemia, en una parte en la que -ha dicho- «se ha sentado media Cantabria». Ha agregado que «jamás» se ha cuestionado si un local al que va tiene autorización o licencia, y ha apuntado que en caso negativo entonces el «problema» no sería suyo, sino del hostelero responsable.
Sus propias normas
En el momento de producirse los hechos por los que Miguel Ángel Revilla fue cazado, el decreto aprobado por le Gobierno cántabro establecía el cierre de las zonas interiores de los establecimientos de hostelería y restauración, incluidos los restaurantes de los hoteles y otros alojamientos turísticos, salvo los servicios de entrega a domicilio o recogida en el establecimiento, los centros sociosanitarios y comedores sociales; comedores de centros educativos -no cafeterías universitarias-; y establecimientos de suministro de combustible, como servicio para conductores profesionales, con un aforo todos ellos de un tercio.
Un grupo de vecinos de Santander pilló a Revilla saliendo del interior del restaurante La Capitana, en la calle de Castelar, y le ha grabado. Los vecinos le acusan de haber condenado a los hosteleros a la ruina mientras él disfrutaba de una comida, con puro y todo durante la sobremesa, en un lugar prohibido por sus normas contra la pandemia.
En el vídeo se escuchaba a Revilla alegar que el espacio donde había almorzado era una terraza donde estaba permitido comer, y aseguraba que el puro que había en la mesa no era de él y no había fumado.
Posteriormente, el PP, Ciudadanos y Vox resgistraron tres peticiones de comparecencia urgente ante el Parlamento del presidente cántabro para que explicara si había comido dentro del restaurante.