A Marlaska le montan la mayor red de narcos en prisión: heroína, éxtasis… ¡y pagos por Bizum!
Los funcionarios de la prisión de Villena descubrieron la organización a través de una ‘falla’, en argot carcelario el paquete con información que vuela de un patio a otro
Desde el año 2020 Interior ha restringido los registros en las cárceles, lo que ha disparado la cantidad de objetos prohibidos y droga
Imágenes exclusivas de las cárceles de Marlaska: incendios y cuchilladas en la prisión de Villena
El perfil del preso del vídeo de la cárcel de Villena: agresor sexual con 50 incidentes en prisión
Que la entrada de objetos prohibidos en las cárceles es tan antigua como las propias cárceles es un hecho irrefutable, pero que durante la gestión del actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y su Secretaría general de Instituciones Penitenciarias se están batiendo registros nunca vistos es igual de innegable. OKDIARIO ha tenido acceso en exclusiva a la mayor desarticulación de una red de tráfico de drogas, teléfonos móviles y otros objetos prohibidos que se recuerda dentro de una cárcel española.
El lugar es lo que menos sorprende, ya que la cárcel de Villena no da más que dolores de cabeza a los responsables del sistema penal español por sus continuos escándalos. Lo llamativo ha sido encontrar 70 terminales telefónicos, grupos de Whatsapp y pagos de sustancias a través de Bizum. Esta prisión es el reflejo de la gestión de Marlaska y su secretario general penitenciario, Ángel Luis Ortiz.
“Los registros previstos en la legislación penitenciaria se llevarán a cabo velando porque el ligero desorden inherente a la práctica de este tipo de medidas no exceda la normalidad”. Desde que en febrero de 2020 este oficio recibiera el visto bueno de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias los trabajadores de las cárceles no han visto más que entorpecido su trabajo. Según fuentes penitenciarias el 70% de los presos tiene buen comportamiento, que no es lo mismo que estar rehabilitado. Eso les deja un 30%, unas 15.000 personas, levantándose cada día entre rejas pensando en seguir delinquiendo aun presos. Si no les registras a fondo te encuentras con barbaridades como la red de narcotráfico que los propios funcionarios han desmantelado en la cárcel de Villena.
La prisión alicantina, una de las más conflictivas del sistema, es la del vídeo filtrado a los medios de comunicación de la reducción de un preso, la de la subdirectora detenida por inventarse amenazas, la de los incendios en celdas y constantes agresiones por parte de presos a los trabajadores. Esa es la cárcel de Villena y es en esa cárcel donde se ha desarticulado lo hasta ahora inimaginable. Todo empezó por una falla, que en argot penitenciario es una nota lanzada desde un patio a otro de la misma cárcel y que permite la comunicación entre presos. Normalmente esas notas que envuelven piedras o otros objetos para lograr que puedan volar de patio a patio, son intercambiadas por presos en el patio de destino, que incluso se las llegan a tragar, para evitar que los funcionarios las detecten. La falla cuya imagen muestra este artículo fue el principio de todo.
Se mencionaba a un preso, su número de teléfono, un pedido de droga por valor de 50 euros, y lo más novedoso: el pago se realizaría por Bizum, el método de transacciones bancarias por mensajería de texto, y se pagaría desde dentro de la cárcel. Con estos datos los funcionarios de prisiones se pusieron manos a la obra con las limitaciones de la instrucción carcelaria que pide que los registros no alteren mucho a los presos. Si en la calle estas personas son creativas para evitar a los policías, qué no serán capaces de hacer en prisión si además se les da la ventaja del registro con “ligero desorden”.
Hachís, heroína y ‘trankimazines’
Lo primero que sorprendió a los funcionarios es que los móviles de pequeñas dimensiones para llamar al exterior ya no son la última novedad penitenciaria. A la cárcel también han llegado los teléfonos inteligentes, de gran tamaño y con pantallas táctiles y ya no sólo se usan para llamar al exterior, ahora lo que hay son grupos de WhatsApp compuestos por internos de diferentes departamentos y liderados por los KIE, que en argot carcelario son los líderes de los grupos dentro de la prisión.
“Queremos hacer un pedido de hachís, heroína, éxtasis y ‘trankimazines’. El pago se hace como siempre, por Bizum. Dime cuándo lo tendré”. Este es sólo uno de los textos que puede leerse en uno de esos grupos. Del examen de los terminales incautados, clave para poder llegar a todas las ramificaciones de la organización, también se obtuvieron vídeos en los que los reclusos mostraban su colección de objetos prohibidos, como pinchos, máquinas artesanales para tatuar y una amplísima gama de teléfonos móviles de todas las gamas y tamaños imaginables.
Esta operación interna ha permitido también desactivar nuevos métodos para hacer llegar sustancias y objetos prohibidos a prisión y detectar a los correos de la droga. Gracias a las comunicaciones entre presos se ha intervenido heroína impregnada en el reverso de una fotografía, teléfonos dentro de latas de refrescos y en la suela de zapatillas de deporte y de estar por casa y dosis de heroína dentro de piezas de ajedrez huecas y en ambientadores. Pero más allá de la droga lo importante ha sido detectar métodos como el envío de mensajes a módulos donde hay presos que salen de prisión para llevar a cabo trabajos en el exterior. Es el caso de un interno que trabaja como jardinero durante el día, pero que además aprovechaba esas salidas para regresar a prisión con las botas cargadas de droga que luego repartía dentro de la cárcel.
Los funcionarios están orgullosos de esta intervención, pero sus asociaciones profesionales, como Tu abandono Me Puede Matar, recuerdan que si los jefes de Interior siguen legislando, no a favor de los presos, sino contra el trabajo de los funcionarios, el caos carcelario en el que se han convertido algunas prisiones como la de Villena va a ser cada día más difícil de gestionar.