La guerra de la Generalitat contra el español: «Con Illa no es posible un cambio a mejor»
Nunca el catalán fue una lengua con tantos hablantes… porque nunca tanta gente estuvo obligada a hablarla. Así lo explica Ana Losada, de Asamblea por una escuela bilingüe. La guerra al español de la Generalitat no cesa nunca, ni siquiera con el supuestamente moderado Salvador Illa, que tomó posesión como president este verano y se ha estrenado al frente de la Generalitat: «El cambio en el ámbito de la lengua, con Illa no es posible», confirma Losada.
Si uno sale a la calle en Barcelona, no consigue ver rótulos en español. Sólo hay una excepción: las fachadas históricas, cuyos carteles están protegidos y en los que se da la paradoja que no corresponden con el negocio que verdaderamente albergan los locales. Por ejemplo, en una panadería centenaria, encontramos al acercarnos una consultoría.
«El pacto del PSC con ERC ha sido muy duro», recalca Losada.Además, «todo indica que la cosa puede ser más dura para los castellanohablantes», según la presidenta de Asamblea por una escuela bilingüe. «Una Cataluña bilingüe no puede estar persiguiendo a los alumnos en el patio o impidiendo que estudien en castellano», denuncia. Además, esta normativa, absolutamente ilegal e inconstitucional, lleva aplicándose más de 20 años.
Una política, que, sin embargo, no da los frutos deseados por los nacionalistas. Y es que el catalán retrocede entre los jóvenes. Según los últimos datos, un 15% en los últimos años. Una regresión que Losada se explica perfectamente: «Es una imposición, y las imposiciones generan efecto rebote».
De ello da buena fe Santi Acosta, líder de la asociación estudiantil Estudiantes Pel Canvi. Este grupo lleva más de diez años luchando en las universidades públicas catalanas contra el monolingüismo impuesto: «A día de hoy la imposición lingüística está siendo el problema primordial de nuestra universidad». Se refiere a la Universidad de Barcelona, centro público en el que es posible cursar una carrera completa en catalán, pero no en español.
Una batalla que Acosta no da ni mucho menos por perdida: en mayo hubo elecciones estudiantiles y tienen representación ya en los consejos del Claustro y de varias facultades. Sobre el retroceso del catalán, él habla directamente de «una rebeldía juvenil». Cuenta que él y todos sus amigos solamente utilizan el castellano en su tiempo de ocio. Y avisa de que desde su organización seguirán peleando contra la marginación del español: «Hay esperanza».