Elecciones 28M

Los Estatutos del PSOE retratan a los barones: son responsables de los pactos de Sánchez con Bildu

barones Sánchez Bildu
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La inclusión de 44 condenados por terrorismo en las listas de Bildu -aliado preferente de Pedro Sánchez- ha provocado un visible malestar entre los barones, que asisten con preocupación al impacto de la polémica en las elecciones del 28 de mayo. Varios dirigentes territoriales han alzado la voz en las últimas horas contra el pacto de Sánchez con los proetarras, haciendo público su rechazo. Esa preocupación, que ahora expresan en público inmersos en plena campaña para unos comicios cruciales, choca sin embargo con la pasividad que en los últimos años han venido manteniendo ante la sintonía con los de Arnaldo Otegi. Y con los propios Estatutos del PSOE, que atribuyen específicamente al Comité Federal -órgano directivo del que forman parte- «determinar la política de alianzas del partido».

En este tiempo, Bildu se ha ido convirtiendo en un aliado de primer orden para Sánchez, en un socio preferente. En 2020, los proetarras facilitaron con su abstención la investidura del socialista, y han sido también determinantes para que apruebe sus Presupuestos y numerosas iniciativas legislativas, como la autodenominada Ley de Memoria Democrática, el decreto de medidas económicas frente a la guerra de Ucrania o la más reciente Ley de Vivienda. El propio Otegi se ha jactado en innumerables ocasiones de ese apoyo, presumiendo de que el Gobierno se «ha sostenido» en ellos en los últimos tres años. «No hay Gobierno de progreso en el Estado español si los que nos queremos marchar del Estado español y además somos de izquierdas no lo sostenemos», afirmó hace sólo unos meses, tras aprobarle a Sánchez sus últimos Presupuestos.

Pese a algunos comentarios en público, los barones siempre han callado sobre esos pactos en sus reuniones orgánicas. Cierto es que Sánchez tiene ahora el control total de los órganos directivos, pero nada impide que, en estos cónclaves, los dirigentes manifiesten su desacuerdo. Incluso que fuercen alguna acción para censurarle. Cabe recordar, por ejemplo, cuando, en 2015, los líderes territoriales vetaron en el Comité Federal cualquier negociación con el independentismo para formar Gobierno. «La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí dividida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas», suscribieron en una resolución, desde hace tiempo incumplida.

Silencio

Tras varios días de silencio, Sánchez sólo se pronunció el pasado viernes sobre la polémica que incomoda visiblemente a su partido. «Es legal, pero desde luego no es decente y merece el mayor de los reproches», se limitó a decir tras reunirse con el presidente de EEUU, Joe Biden. Durante toda su legislatura, el socialista no ha tenido problema en defender la legitimidad democrática de Bildu. «La España democrática está representada en todos y cada uno de los escaños», aseguró por ejemplo al ser preguntado por el apoyo de esta formación a las cuentas públicas.

Los barones temen ahora que esos pactos les pasen factura. De ahí que, en las últimas horas, se haya escuchado a varios líderes territoriales oponerse frontalmente a Bildu. Incluso el presidente de Aragón, Javier Lambán, que ha callado complaciente desde que Pedro Sánchez gobierna apoyándose en los proetarras, afirma ahora que va a proponer a los órganos de su partido que Sánchez rompa con Bildu, «uno de sus socios preferentes del Gobierno». «El PSOE debe romper cualquier tipo de relación con una fuerza política que incluye asesinos en sus listas», manifestó el jueves en sus redes sociales.

En 2019, cuando Sánchez pactó por primera vez con Bildu los Presupuestos del Estado, Lambán evitó lanzar ni una sola crítica. Al ser preguntado dijo que lo oportuno era ser «comedidos», que, su juicio, la mejor forma de contribuir a la política ante aquella alianza entre su partido y los proetarras era «ser comedidos en nuestras declaraciones». Antes, en junio de 2018, cuando Bildu permitió que Sánchez se instalara en La Moncloa votándole la moción de censura contra Rajoy, Javier Lambán no dudó en calificar de «éxito» la operación que había consumado su jefe de filas.

En la misma línea, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, advirtió a Sánchez este domingo sobre esa alianza: «Yo, con los asesinos de ETA, ni a la vuelta de la esquina», enfatizó en un mitin, en presencia del propio presidente socialista. «Me repugna, me asquea y todo lo que pueda decir es poco», expresó también el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, que nunca ha cuestionado a Sánchez. Mientras, la presidenta navarra María Chivite, que gobierna gracias a Bildu, se ha puesto de perfil: «Pasar de la violencia para imponer tus ideas a la palabra es un éxito de la democracia y de la sociedad en su conjunto», ha defendido. Según Chivite, hay que «mirar al futuro». «Lo que pedíamos a la banda es que abandonara las armas, que formara parte del sistema democrático y que hiciera valer sus ideas con la palabra. Y están ahí», ha sostenido, obviando la presencia en las listas de siete asesinos etarras.

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