Crónica del día

Aznar alerta de la España roja y rota

José María Aznar
José María Aznar y Nicolás Sarkozy, hoy en Madrid. (Efe)

A quien le quiera escuchar. Estos días el ex-presidente del Gobierno, José María Aznar, está recorriendo mil (es, ya lo sé, una exageración) conciliábulos de Madrid advirtiendo de una situación política, la española, que, en su opinión es literalmente “gravísima”. Enfatiza su afirmación sirviéndose del pacto ya suscrito entre los comunistas de Podemos, el propio PSOE y el probable de los independentistas sediciosos de Esquerra Republicana de Cataluña.

Al que fue durante ocho años jefe del Gobierno de España, la hipótesis de un Ejecutivo en el que tengan cabida cierta los leninista del Iglesias y los separatistas, le parece -no le falta razón- un brutal atentado a la España constitucional que nació en la Transición del 78. No pone Aznar bálsamos a este peligro en el que, curiosamente, coincide con muy destacados miembros del Partido Socialista, algunos ministros que, sin utilizar quizá esta muy dura munición retórica, avisan de que, como asegura César Antonio Molina, el que fue titular de Cultura con Zapatero: «Estamos al borde de la disolución de nuestro país».

Molina, como una cincuentena de intelectuales, muchos venidos de la política democrática, se han reunido en la plataforma ‘La España que reúne’ para denunciar el riesgo que España corre si, al fin, se forma un Gobierno, más o menos tripartito conducido por Sánchez, en el que tengan protagonismo los citados comunistas y que esté amparado por los secesionistas barrenadores de la unidad nacional. Estos “manifestantes” están literalmente espantados no ya con los presupuestos y exigencias de ERC que naturalmente lo están, sino en el papel vicario y colaboracionista que está desarrollado la franquicia catalana del PSOE, el PSC.

Su obsesión es advertir que si Iceta y sus colaboradores consiguen que el PSC apruebe la condición nacional de Cataluña (“Cataluña es una nación” ha dicho Iceta) el PSC estará fuera de nuestra Constitución, podrá -sugieren- alumbrar otra, pero no encontrarse en el texto consensuado del 78. Lo que alarma a gentes de toda estirpe como el propio Redondo, Molina, Francesc de Carreras, Francisco Sosa Wagner, Fernando Savater, José Rodríguez de la Borbolla, José Luis Leal, Manuel Valls, Francisco Vázquez, Teo Uriarte. Mikel Azurmendi o José Manuel Otero Lastres, es que, tas las repetidas declaraciones de Iceta sobre la mencionada “conversión” de su partido al nacionalismo excluyente catalán, el PSOE de Sánchez no haya dicho hasta el momento esta boca es mía. “¿Por qué?” se preguntan, y responden con la constancia de que dentro de apenas veinticuatro horas el PSOE, denostado y humillado por los “Rufianes” de turno, se concentre en el Congreso de los Diputados con ERC para ahormar un acuerdo de investidura en el que, como sugieren desde La Moncloa, “se puede discutir de todo”.

Esta frase, ni es aproximada, ni pertenece a otra persona que no sea el jefe del Gabinete de Sánchez, el gurucillo Redondo que hace unos días, en la entrevista múltiple que mantuvo con empresarios y directivos, se encargó de repetirla hasta en cuatro ocasiones. “Todo está armado y bien armado” llegó a reconocer el gurucillo quizá remedando alguna otra frase enigmática de Franco.

Si no resultara dramático el momento que vive España, la España en disolución según Molina, podría calificarse de cómico. Fíjense lo que afirma al respecto uno de los promotores de la “Carta a los Españoles” (a los españoles de bien se supone): “Es inaudito que la Justicia detenga y encarcele a unos políticos por intentar la voladura del Estado y que esos políticos a su vez sean los que se apresten a mantener al Gobierno”. No en Europa, como indica este intelectual, sino también en España una situación así no podría entenderse en forma alguna.

Pues bien: la situación está exactamente así, mientras desde la Moncloa se filtra interesadamente la especie tóxica de que Sánchez es un modelo de moderación, paciencia y diálogo. Todo en las vísperas de que pueda abrirse el camino a un Gobierno contra natura en el que, efectivamente, los separatistas sean el sostén de su presidente y de todo su equipo. ¿Sucederá esto? España entera se lo pregunta y aunque los síntomas apuntan a un entendimiento difícil entre las dos partes que convivirán este jueves en el Parlamento, la impresión más generalizada es que, se diga lo que se diga, el pacto está cerca de lo que atisban sus circunstancias externas e incluso los insultos de Rufián.

Esquerra lo necesita porque si no se quedará en otra situación sin nada que llevarse a su independencia, y el PSOE lo exige porque otros que pudieran ofrecerle apoyo no están, ni mucho menos, por la labor. Además, Sánchez ya lo tiene decidido. El, como piensa, y lo sugiere, Aznar, es el artífice de la España roja y rota.

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