ARAGÓN

Así engañó a los nazis el diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz para salvar 5.000 judíos en Budapest

Ángel Sanz Briz recibió el título de "Justo entre las Naciones" del Estado de Israel

Sólo tenía 34 años cuando desafió a los nazis en Hungría

Ángel de Budapest, Ángel Sanz Briz
Paula Ciordia

Corría el año 1944. Un joven zaragozano de 34 años llamado Ángel Sanz Briz decide sacar de Budapest a su esposa embarazada y a su primogénita para ponerlas a salvo.

La situación en Hungría en plena II Guerra Mundial se estaba complicando cada vez más. Los tres llegaron a la frontera con España, pasando por Suiza. El joven diplomático dejó a Adela y a su pequeña con su suegro, y regresó a Budapest a cumplir con lo que consideraba que era su deber: salvar la vida a miles de personas inocentes que los nazis habían decidido exterminar por su condición de judíos.

En aquel momento, la incertidumbre era total en Europa. Ángel, licenciado en Derecho, había llegado en 1942 a Budapest, recién casado y dispuesto a comenzar su carrera diplomática. Tras la marcha del ministro Muguiro, jefe de la Legación, pasó a ser el encargado de Negocios de la Legación Española.

El audaz diplomático comprendió rápidamente que se estaba produciendo un exterminio con los judíos. Y tomó cartas en el asunto. Con su arrojo, logró salvar a más de 5.000 personas.

¿Cómo lo logró? El zaragozano utilizó una ley española que ya no tenía vigencia, para nacionalizar a los judíos sefardíes. Apenas había en esta región de Europa, pero los nazis lo desconocían. Lo hizo sin el permiso expreso de España, dado que el Ministerio nunca contestó a las cartas que envió donde lo solicitaba.

Ángel Sanz Briz y los 300 sefardíes

En Budapest corrió como la pólvora que en España estaban dando papeles. El Gobierno húngaro primero le dio permiso para nacionalizar a 200 personas, luego lo amplió a 300. Un número que fue la clave para volver a engañar a los nazis.

Este ingenioso diplomático nunca expidió un documento numerado que superase el número 300. Sin embargo, a éste, iba añadiendo letras del abecedario, además de concederlos por familia, en lugar de por individuo.

La posición de España y Ángel Sanz Briz

La polémica sobre la posición de España con los judíos en Europa y, en concreto, en este caso de Hungría, ha sido alimentada por la extrema izquierda, tratando de empañar la gesta que hizo este Ángel de Budapest, señalándolo de fascista. Recientemente un telegrama descubierto con fecha de 1944 ha arrojado algo más de luz sobre cuál era el clima político en plena II Guerra Mundial.

«Aquel año, el ministerio de Exteriores mandó un telegrama en el que les indicaba a los diplomáticos que ayudaran a los judíos, porque el Consejo Mundial de los Judíos se lo había pedido a España», explica Ángela, una de sus cinco hijos.

«Sin embargo, para cuando esa carta llegó, mi padre ya había expedido casi todos los documentos. Él tomó la decisión de ayudarles utilizando las armas que tenía en su mano, pues él era quien tenía el sello para dar los pasaportes. Mi padre dijo siempre que envío con anterioridad a aquel año varias cartas al Ministerio para pedirles permiso, pero nunca obtuvo respuesta. Nadie se lo negó, por decirlo así, y él apostó por ello», defiende.

España no era el único país que nacionalizó judíos. Además lo hicieron Suiza, Portugal, Suecia, el Vaticano, y el resto de los países neutrales. Ante esta situación, las autoridades nazis determinaron que aquellos judíos con documentos extranjeros debían irse a los países que se los habían expedido.

En esa tesitura, ¿qué podía hacer aquel zaragozano que no contaba con dinero para sufragar aquellos gastos de viaje? Ángel Sanz Briz volvió a recurrir al ingenio y costeó siete edificios en Budapest para proteger a todos aquellos judíos.

Les proporcionó alimento, medicinas y protección. De tal forma que, cuando los nazis iban por las noches a reclutar presos, el diplomático español se presentaba recordándoles que gozaban de su protección.

La llegada de los soviéticos

En diciembre de 1944, Ángel Briz Sanz tuvo que salir de Hungría. Lo hizo siguiendo órdenes del Gobierno español, que le advertía que el final de la guerra estaba cerca, y que cuando el país fuera tomado por los rusos, no habría piedad para ningún diplomático español.

Cuando aquellas Navidades llegó a España, el zaragozano había cumplido con su palabra. Aquellas familias no corrían peligro con los rusos. Él, sin embargo, tenía todas las de perder si seguía permaneciendo en Budapest a la entrada del Ejército soviético, dado que España había enviado a combatir contra el comunismo a la legión de jóvenes voluntarios que conformaron la División Azul, que dieron todo por España en las frías nieves comunistas, entre las que se encontraba también algún zaragozano, como el superviviente Ramón Elicechea.

La carrera diplomática de Ángel Sanz Briz continuó siendo prolífica. Durante su vida, estuvo en seis embajadas. La primera en Guatemala. Ahí el diplomático fue el artífice de una ley todavía vigente que permitió la doble nacionalidad a guatemaltecos y españoles.

También fue el primer embajador en la China Comunista de Mao. Y así hasta siete embajadas en total: Suiza, Portugal, Suecia, el Vaticano, Perú, Holanda y de nuevo el Vaticano. Si su primera hija nació en Budapest, y la segunda en Madrid, la tercera, nació en San Francisco. La cuarta, en Roma. El quinto y único varón, en Bayona.

Al Vaticano volvió tiempo después como embajador, su último destino. En la ciudad de Dios, entregó las credenciales a tres Pablos: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, el santo recibió a su familia cuando el diplomático falleció.

Ángel Sanz Briz fue al cielo con las botas puestas de labor, a escasos meses antes de jubilarse. Póstumamente, sus familiares recibieron el título de Justo entre las Naciones por parte del Estado de Israel, una condecoración que se le había sido concedida tiempo antes, pero que nunca antes lo supieron. De los 10.000 que hay en el mundo, el zaragozano está entre los 200 primeros.

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