Análisis

¿Son realmente tan buenos los indicadores recientes de la economía española?

Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de la Fundación Civismo.

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Economía España

Al cierre de esta semana, coincidiendo con el cierre del trimestre, muchas han sido las noticias económicas que hemos ido conociendo. En este sentido, empezamos la semana con la Encuesta de Población Activa (EPA), continuamos con la propuesta de Presupuestos Generales del Estado que presentaba el Gobierno de coalición, y poníamos el broche final con los datos del Producto Interior Bruto (PIB) para el tercer trimestre.

Unos últimos siete días que -pese a la gran cantidad de información suministrada- nos dejan un nuevo mar de incertidumbres en el horizonte, al declararse esta misma semana un nuevo Estado de Alarma por la intensidad de los rebrotes.

En lo que respecta al PIB, la economía española, al cierre del tercer trimestre, salió oficialmente de la recesión técnica en la que se vio inmersa, tras cosechar dos trimestres consecutivos con decrementos en el PIB. En este sentido nuestra economía cierra estos tres últimos meses con un crecimiento intertrimestral que sorprende por un comportamiento mejor de lo esperado.

La temporada estival, aun siendo una temporada bastante particular si la comparamos con la de otros años, provocó que junto a los buenos datos que mostraban otros sectores como la industria la economía española comenzase a mostrar un mayor dinamismo.

Sin embargo, debemos saber que esta recuperación, por positiva que sea, presenta matices que deben tenerse en cuenta. Pese a que hablemos de un dato que efectivamente es muy positivo en la medición interanual la economía española se contrajo un 8,7% en términos interanuales.

Esta contracción nos sitúa en un escenario más realista, eliminando esa distorsión que producen las drásticas caídas registradas por la economía en trimestres anteriores y que nos llevan a creer que el país ya recupera casi toda la caída cosechada por la pandemia.

De la misma forma, si lo comparamos con otros países, como puede ser Francia, se observa un crecimiento menos dinámico, así como ese descuelgue de la economía española en la recuperación del que hablábamos en artículos previos.

Recuperación del empleo

En este contexto, ocurre algo similar con la Encuesta de Población Activa. En lo que respecta al comportamiento de nuestro mercado laboral, así como los datos que ofrece la encuesta de actividad de este trimestre, se observa un crecimiento más dinámico del empleo a lo largo del tercer trimestre.

La concentración del empleo en el sector servicios, muestra un mejor comportamiento como consecuencia de la temporada estival ante la menor incidencia del virus durante este trimestre. Esto nos lleva a registrar un crecimiento de la ocupación histórico, con una incorporación de casi 570.000 ocupados.

Sin embargo, los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), así como la gran cantidad de inactivos que ahora computan en la EPA, dejan matices que, como con el PIB, deberían ser comentados.

En este sentido, estamos hablando de la incorporación de casi 900.000 personas que se encontraban inactivas. Esto ha provocado que los datos de paro, al igual que los de actividad, sean históricos. Así, el desempleo creció durante este trimestre, hasta situarse por encima del 16%.

Esa incorporación masiva de inactivos provocó un incremento del paro de 355.000 personas. Esto, sumado a un escenario en el que tenemos casi medio millón de personas en ERTE y a un nuevo confinamiento en el horizonte, nos muestra que, pese al optimismo, todavía queda mucho trabajo para recuperarnos.

A día de hoy hemos recuperado el 42% de todo el empleo destruido, pese al menor acoplamiento en la destrucción y la contracción registrada del PIB.

Incertidumbre económica

Como vemos, los datos -aun mostrando una situación mejor de lo esperado- siguen evidenciando una situación bastante incierta. Así fue calificada la realidad por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual emitía sus pronósticos en la actualización del informe WEO con el aviso de que dichas previsiones podrían sufrir variaciones.

La incertidumbre y los riesgos en el horizonte impiden la elaboración de unos pronósticos fiables. Estos hacen casi imposible confiar en que la previsión de que el PIB español caiga un 11% acabe materializándose; máxime, teniendo en cuenta que ya hay organismos que la sitúan en casi un 13%.

Complacencia en las Cuentas Públicas

Sin embargo, los presupuestos que ha presentado el Gobierno de España esta semana pecan de esa autocomplacencia comentada, la cual no atiende a los matices que en este artículo comentamos. Unos presupuestos, bajo mi consideración, poco realistas y que no se ajustan a la situación económica, tanto actual como futura.

En este sentido, bastaría con decir que, mientras los académicos cuestionan si el gasto será el suficiente para estimular la economía, los analistas ponen en duda un ingreso que, pese a la crisis, es más optimista y prevé recaudar más en medio de una de las mayores crisis de la historia.

En resumen, unos presupuestos que, ante la situación que presenta nuestra economía, retratan esa improvisación característica de quien se muestra incapaz de gestionar un país devastado por la pandemia.

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