Puede que el subidón de la luz no tumbe al Gobierno… pero que no haya gas en invierno sí
La escalada del precio de la luz no da tregua y ya ha llegado a superar los 200 euros por MWh (y cuando lo planteamos en OKDIARIO nos dijeron que estábamos locos). Ahora mismo, es el mayor problema que tiene el Gobierno encima de la mesa, porque ya se está trasladando a la inflación, con consecuencias nefastas para el gasto público. Pero no parece que vaya a ser suficiente para hacer caer a Sánchez, dada la sorprendente apatía de los ciudadanos y de la oposición ante este desastre. Ahora bien, hay otra amenaza muy real en el horizonte que sí puede poner al presidente contra las cuerdas: los cortes del suministro de gas.
La cosa es muy seria. Como es bien sabido, el principal culpable del desmadre de la electricidad es el precio del gas, que está disparado y se usa en las centrales de ciclo combinado que marcan el precio en las subastas diarias. Pero claro, si es caro para las eléctricas, también será caro para los hogares que tienen calefacción y agua caliente de gas natural, que son millones porque en la burbuja inmobiliaria todos los edificios nuevos se hicieron con canalizaciones de gas natural.
Sánchez es muchas cosas pero no tonto. Por eso, se ha puesto la venda antes de la herida y ha fijado un tope a la subida del recibo este invierno. Aunque, como todo lo que hace este Gobierno, tiene trampa: se trata de un mero aplazamiento que habrá que pagar en marzo del próximo año; ese recibo va a ser una risa.
No es sólo que sea caro, es que puede no haber gas
Pero el problema no es solo que el gas sea caro. Es que puede no haber suficiente gas, directamente. Y nos pilla con unas reservas muy escasas. En España, las llamadas reservas estratégicas sólo dan para 20 días (el Gobierno suele exigir aumentarlas en algunos días más de cara al invierno) y, se producen cortes de suministro, nos las podemos ‘comer’ en los próximos meses.
¿De verdad podemos llegar a esos extremos? La respuesta es que sí. La escalada del precio del gas tiene detrás una reducción del abastecimiento desde Rusia a Europa -oficialmente por problemas de los gasoductos, pero también por presiones políticas de Putin para construir el famoso Nord Stream 2 con el que el gas ruso no tendrá que pasar por Ucrania- y también la compra masiva de gas por parte de China.
La mayor parte del gas que se consume en el mundo no llega a través de los gasoductos, sino de barcos metaneros, que funcionan con un sistema parecido a una subasta alegal (no todos, algunos son propiedad de las empresas): cargan, se van a aguas internacionales y se dirigen al país que les paga más, aunque inicialmente tuvieran previsto ir a otro. Y normalmente, el mejor postor es China. Es lamentable que la economía mundial dependa de estos piratas, pero es así.
Cuando los precios suben, como ahora, los metaneros sí que van a todo el mundo. Pero las travesías son largas, todos los países quieren comprar gas al mismo tiempo y puede que los barcos no lleguen a tiempo cuando España los necesite.
Sánchez ruega a Argelia… y para que no haya otra Filomena
De ahí que sea crucial para nuestro país mantener abierto el gasoducto de Argelia que pasa por Marruecos (hay otro, el de Medgaz, pero no es suficiente). Porque lo que nos faltaba con la que está cayendo es la ruptura de relaciones entre nuestros dos vecinos del Sur, en la que España ha tenido mucho que ver con el vergonzante asunto del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
Esta situación explica el viaje a Argelia de esta semana del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y los presidentes de Naturgy y Enagás, Francisco Reynés y Antonio Llardén, para asegurarnos el suministro. Un viaje que no ha dado frutos; según publicó el periódico francés Les Echos, el país magrebí mantiene su decisión de cerrar el gasoducto de Marruecos el 31 de octubre. Una muestra más del poder de la diplomacia española actual.
En resumen, tenemos un lío montado con el gas que puede ser peor todavía que el de la luz. Si hay desabastecimiento en invierno y la gente no puede poner la calefacción, la suerte de Sánchez estará echada. Por eso está haciendo todo lo que puede -en esto sí, ha aprendido después de tardar meses en reaccionar en el caso de la luz- para evitarlo. Y rezando para que no venga otra Filomena.