Operaciones corporativas

El PNV presiona al Gobierno para fusionar CAF y Talgo y crear un campeón del transporte ferroviario

CAF Talgo PNV
CAF Talgo PNV
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

El PNV, socio parlamentario de Pedro Sánchez, está presionando al Gobierno para que impulse la que puede ser la mayor operación de la historia de España en el sector ferroviario: la fusión de CAF y Talgo. Una operación que crearía un campeón mundial controlado por el Gobierno vasco pero que afronta también obstáculos políticos y económicos.

Este proyecto no es nuevo, sino que se viene planteando desde hace años: ya se planteó la posibilidad como avanzó OKDIARIO hace un año. Pero ahora por fin puede hacerse realidad, según fuentes al tanto de las negociaciones, por la conjunción de dos elementos: la baja capitalización bursátil de Talgo, que pierde más de un 40% en Bolsa en el último año, y que CAF está en su mejor momento de negocio, pedidos y caja. Sin olvidar la capacidad de presión actual de los nacionalistas vascos sobre el Ejecutivo. El PNV tiene mucho interés en controlar ese gigante.

Actualmente, CAF tiene un valor bursátil de unos 925 millones -a pesar de que también baja más de un 30% en 12 meses- frente a menos de 370 millones en el caso de Talgo, lo que facilita notablemente la adquisición. Además, la lógica de la operación es la complementariedad entre las dos empresas, porque cada una tiene lo que le falta a la otra: Talgo es muy potente en alta velocidad y CAF en trenes de corta y media distancia; recientemente, se adjudicó un megacontrato de metro ligero en Estados Unidos. Con su unión, tendrían capacidad de competir con gigantes del sector como AlstomSiemens.

La operación se llevaría a cabo como una fusión por absorción de Talgo por parte de CAF mediante canje de acciones. Esta última no es una cooperativa propiamente dicha -es una compañía cotizada- pero los trabajadores poseen casi el 25% del capital mediante la sociedad Cartera Social. Su segundo accionista de referencia es Kutxabank (también su principal financiador), con el 14%.

En cuanto a Talgo, el 35% está en manos de la sociedad Pegaso Transportation International, donde el fondo Trilantic (que heredó la participación de Lehman Brothers) posee a su vez un 63% y quiere salir. También están presentes la familia fundadora, Oriol, y Juan Abelló. La aseguradora Santa Lucía posee otro 5%.

Obstáculos

Pero no todo está a favor de esta fusión, sino que hay dos grandes obstáculos, uno económico y otro político. El primero es que tanto Trilantic como los Oriol y Abelló acumulan fuertes pérdidas en sus participaciones, por lo que no consideran que sea el mejor momento para vender, sino que prefieren esperar a que la cotización se recupere.

Pero también hay dos argumentos en contra de este rechazo. Por un lado, CAF tendría que ofrecer una prima en la ecuación de canje y, si un fondo puede aminorar sus pérdidas y maquillar un poco el resultado de una mala inversión, suele aceptarlo. Por otro, es de suponer que una empresa más grande y con fuertes sinergias genere más valor para sus accionistas; es la lógica detrás de integraciones como la de CaixaBankBankia, por ejemplo.

El obstáculo político puede ser más difícil de superar: los trabajadores de CAF -como suele ocurrir en las cooperativas en esa comunidad- son nacionalistas vascos, mientras que los Oriol son nacionalistas españoles. Esta diferencia ideológica es mucho más importante de lo que parece, hasta el punto de que es lo que ha impedido los intentos de fusión hasta ahora, según las fuentes consultadas.

Pero ahora, con la presión del PNV sobre Sánchez y la situación económica y bursátil de ambas empresas, la operación puede salir adelante siempre que se haga con una prima que satisfaga a Trilantic, ya que los Oriol no dejan de tener una posición minoritaria. Una fusión cuya condición sine qua non es mantener la sede actual de CAF en Beasáin (Guipúzcoa) y que dejaría el control en manos del Ejecutivo de Vitoria.

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