Arturo Fernández, ex consejero de Bankia, absuelto por la Audiencia Nacional

«Perdí 200 millones, mi empresa, tuve que hipotecar mi casa… Todo por una guerra de acoso a Rato»

Arturo Fernández
Arturo Fernández , expresidente de CEIM (Foto: Cámara de Comercio de Madrid)
Carlos Ribagorda

Arturo Fernández, ex vicepresidente primero de la patronal CEOE y ex consejero de Bankia, entre otros cargos, es uno de los 34 absueltos por la Audiencia Nacional este martes de los delitos de estafa y falsedad documental en la salida a Bolsa de la entidad, en julio de 2011. Aunque la Fiscalía no le imputó en el caso, ha permanecido casi nueve años inmerso en este proceso por el señalamiento de Adicae, una de las acusaciones particulares que han ejercido en este caso.

«No tengo nada que decir contra ellos ni contra nadie. Se ha demostrado en el juicio que no hubo ninguna estafa ni ninguna falsedad documental ni nada. Y además he leído la sentencia y parece que es bastante clara», explica en conversación con este diario. Tampoco contra Podemos, que ha vertido toda clase de críticas contra la sentencia. «Sin comentarios. Lo único que digo es que llevo desde los 17 años trabajando y asociaciones de Podemos me han hecho dos escraches en mi casa y han puesto mi cara en el tramabus ese o como se llamara. Lo que sí soy es monárquico, defensor del Rey actual y del anterior. La Monarquía es esencial para España. A lo mejor me atacan por eso», señala.

Nueve años en un proceso que le ha costado mucho. «Tuve que dimitir de siete cargos. Era vicepresidente primero de la CEOE, presidente de CEIM, consejero de Bankia, presidente de Empresarios de Europa, de la Cámara de Comercio… en fin… del Comité Empresarial España-Japón, que le cedí al presidencia a José Manuel Entrecanales -presidente de Acciona-… Siete cargos. Y los tuve que dejar todos por esto», recuerda.

«Pero lo peor fue lo de mi empresa. Tenía el acuerdo hecho para venderla a un grupo potente inglés por 225 millones de euros. Me compraban el 90% y me dejaban de presidente. Y cuando salió todo esto pues me dijeron que por el ‘compliance’ de la compañía no podían cerrar la operación con alguien con problemas con la justicia», relata.

«Las negociaciones se frenaron. Perdí 200 millones de euros aproximadamente. Tuve que seguir adelante con mi empresa pero la situación ya era imposible y tuve que pedir el concurso de acreedores con 2.900 empleados. No podía sostener más el negocio. Tuve que hipotecar mi casa», explica Fernández, que mantiene el Club de Tiro Cantoblanco, en Madrid, fundado por su abuelo.

Y todo, en su opinión, por una batalla de acoso y derribo contra Rodrigo Rato, ex presidente de Bankia y ex vicepresidente económico del Gobierno en la etapa de José María Aznar al frente del Ejecutivo. «La sentencia es clara y rotunda. Fíjate en lo que dice sobre Ángel Acebes, por ejemplo. Hubo otros compañeros nuestros que no se les imputó y a él sí, sin tener nada que ver con esto. Todo ha sido por una persecución contra Rodrigo Rato, que ha pasado de ser un héroe y el hombre del milagro económico español a ser un villano», asegura. ¿Persecución? ¿De quién? «Ahí lo dejo. No voy a continuar», asegura.

«La sentencia dice que no hubo nada. La salida a Bolsa fue correcta porque la avaló el Banco de España, la CNMV, el Gobierno… todo el mundo. El Gobierno de Rodríguez Zapatero no lo olvides. Rodrigo pidió después al Gobierno de Mariano Rajoy 11.000 millones para salvar el banco y nada. Se podía haber salvado con eso. Luego se le dio 22.000 millones. ¡22.000 millones! Con ese dinero se puede salvar bien un banco ¿no? ¿Y ahora? Pues ahora José Ignacio Goirigolzarri es presidente de Caixabank ¿no?», señala.

Prestigio

Para Fernández, Arturo, atacado constantemente por ser amigo de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, lo peor ha sido el coste económico y de «mi prestigio como empresario». Ahora, el ex presidente de la patronal madrileña pelea como asesor por ayudar a sacar adelante un nuevo conglomerado empresarial que ya tiene casi 400 empleados, San Telmo. «Tenemos restaurantes, gasolineras y alguna colectividad importante. Son casi 400 empleados y ahí estoy echando una mano como asesor a un grupo de amigos. Y sigo con el Club de Tiro Cantoblanco, que es mi vida», explica.

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