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El Gobierno se pasa al «nuclear, sí gracias», pero que paguen las empresas

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Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

La disparatada política energética del Gobierno, que ha provocado la quiebra de numerosas empresas de renovables y el apagón del 28 de abril, ha dado un nuevo giro inesperado: se ha pasado al bando pro nuclear, pero sólo si no tiene que asumir la responsabilidad y si las empresas eléctricas pagan la fiesta. Una jugada redonda.

Hasta ahora, el Ejecutivo de Pedro Sánchez mantenía una postura bastante incomprensible sobre la energía nuclear, basada -cómo no- únicamente en el dogmatismo ideológico. «Nuclear no» porque no, y punto. Es como el apoyo de la izquierda a los árabes y su odio a los judíos: pura ideología más allá de argumentos racionales.

Nuclear, Ribera, Aagesen
Teresa Ribera y Sara Aagesen.

La más dogmática, como es bien sabido, era la ex ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, posición que ha heredado su delfina, Sara Aagesen. El problema es que el rechazo a la energía nuclear implica tener que tirar más de las centrales de gas (ciclos combinados)… que generan una electricidad más cara y, además, si emiten CO2 a diferencia de las nucleares. Vamos, que los adalides de la lucha contra el cambio climático han hecho un pan como unas tortas y han conseguido lo contrario de lo que persiguen.

«Sólo renovables»

Por supuesto, ellos dirán que no quieren ni nuclear ni gas, sólo renovables. Pero ya les hemos explicado en este medio muchas veces que es imposible generar el 100% de la electricidad con esas energías y que meterlas en exceso en el mix pone en riesgo la seguridad de la red… como se demostró palmariamente con el apagón.

Así que hace falta centrales síncronas para absorber los posibles excesos de tensión, que son las hidroeléctricas, las de gas y las nucleares. Si quitas de la ecuación la nuclear, y como la hidráulica depende de las lluvias, sólo queda el gas para dar estabilidad permanente al sistema. Caro y contaminante, aunque es verdad que más flexible para arrancar y parar que la nuclear.

La baza de Red Eléctrica

Como ha adelantado esta semana OKDIARIO, el Gobierno es consciente de que ni siquiera con la aportación del gas puede permitirse prescindir de la energía nuclear. En especial, de la central de Almaraz, que es la primera que caduca en 2027 (ya que asegura el suministro a Madrid), y de las de Cataluña, que son imprescindibles para no dejar esa comunidad a oscuras (es la más dependiente de la nuclear).

Corredor, Red Eléctrica
La presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor.

Ahora bien, Sánchez no quiere traicionar ese dogmatismo anti nuclear que comparten sus socios de Gobierno; Yolanda Díaz le ha amenazado con dejar de apoyarle si prolonga la vida de las centrales, aunque ya sabemos todos que esas amenazas no van a ninguna parte. Por eso, pretende que la responsabilidad recaiga en otro, que será Red Eléctrica: su idea es que el gestor de la red diga que cerrar Zorita pone en peligro la seguridad del suministro y lo frene. «Yo quiero cerrarla, pero no puedo», será su argumento.

Fritas a impuestos

Y no acaba ahí la cosa. El Gobierno ha subido a la estratosfera las tasas e impuestos que pagan las centrales nucleares, hasta el punto de que no son rentables si el precio del pool eléctrico no es suficientemente elevado -y no lo es durante muchos meses-. Por eso, las empresas eléctricas prefieren desconectar las nucleares a mantenerlas abiertas con estos gravámenes. A sensu contrario: si el Gobierno quiere que sigan operando, que baje la carga tributaria.

¿Bajar impuestos? ¿Eso qué es? Este Gobierno no tiene ninguna intención de reducir su desmadrado gasto público y, en consecuencia, tampoco de bajar los impuestos con que fríe a ciudadanos y empresas. Como saben, estamos en máximos históricos de recaudación y, aun así, la deuda pública no para de crecer para poder atender tanto dispendio.

investigar almaraz
Central Nuclear de Almaraz (Cáceres).

Así que, de bajar los impuestos a las nucleares, nada de nada. El mejor escenario posible para Sánchez: garantiza la seguridad del suministro, sigue recaudando por estos tributos y se quita de encima la responsabilidad de no cerrar las centrales nucleares «en contra de sus deseos». Por el contrario, el sector tiene que seguir operando unas plantas que no son rentables y pagando todos esos impuestos y tasas. Hay que reconocer que es un crack para conseguir sus propios objetivos. Siempre a costa de los demás, claro.

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