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La economía es como una bicicleta

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La economía española precisa de nuevos proyectos económicos que se adapten a la situación actual. La inercia de la que vive la economía española comienza a perder impulso.

Durante el primer discurso de investidura del candidato socialista al Gobierno de España, el Presidente en funciones Pedro Sánchez Castejón, me llamó mucho la atención una frase que, en su discurso, utilizaba Pablo Casado para referirse a la economía española. Este hacía un símil de nuestra economía con el simple funcionamiento mecánico de una bicicleta. Claro, como economista didáctico que soy, me encantó la simpleza con la que, en pocas palabras, explicaba la situación económica que atraviesa nuestro país.

Y es que, para Pablo Casado, líder del Partido Popular y de la oposición al Gobierno de España, la economía es como una bicicleta. Sí, una bicicleta. Una bicicleta en la que debemos de pedalear si queremos seguir una marcha, un avance, de forma constante, pero que, de no pedalear, esta se pararía, paralizándose el progreso de la misma. Sin embargo, lo que curiosamente me llamaba la atención fueron unas palabras que en la misma frase hacían alusión a lo que está ocurriendo y muchos no entienden.

Pablo Casado continuaba su frase diciendo: “como toda bicicleta, aunque dejamos de pedalear, la inercia proporcionada por el pedaleo hace que, aun parando nuestras piernas, la bicicleta siga avanzando a un ritmo considerable. Sin embargo, concluía Casado, si no reanudamos la marcha, esta finalmente se parará. Y eso es lo que están haciendo ustedes, señores del Partido Socialista, pues viven de la inercia que les proporcionó la reforma laboral y unos presupuestos del Partido Popular, pero recuerden que ya se empieza a notar el frenazo”.

Una afirmación que, pese a no tratar la situación de gobierno en el país, lleva mucha razón en la misma. Últimamente hemos visto una continua guerra meritocrática entre las distintas formaciones políticas. Que si uno ha creado más empleo, que si otro ha creado más desempleo, que si otro ha creado empleo de calidad, que si otro precario; miles de ataques con el fin de concienciar a los ciudadanos de los “verdaderos culpables” de lo acontecido en nuestro país, especialmente en los años post crisis y durante la recuperación económica del país.

Partiendo de que ninguno crea empleo, pues no debemos olvidar que el empleo -el de verdad y el que aporta riqueza- solo puede ser generado por la economía real; es decir, aquella que generan las empresas y el sector privado, la guerra de alusiones entre las distintas formaciones políticas quita el foco de lo realmente importante. Es decir, debemos empezar a cambiar el discurso, eliminando la vista al pasado de los distintos líderes políticos y sustituyendo el ataque por propuestas que traten de construir un nuevo proyecto económico que lidere y marque las pautas para la economía.

Como dice Casado, es cierto que la economía española, pese a la insistencia de Sánchez y algunos medios en atribuirse medallas ajenas, crece por la inercia de la que le dotó el plan presupuestario del Partido Popular -vigente hasta el día de hoy-, así como por la reforma laboral del mismo Partido Popular, aplicada en 2013 por la Ministra de Empleo, Fátima Bañez, siendo la reforma que sigue creando empleo y la que, desde BBVA Research, se calificó como la necesaria en los momentos posteriores a la gran depresión, pues habría evitado, aproximadamente, la destrucción de 2 millones y medio de empleos en el país.

Si observamos las políticas aplicadas por el Presidente en funciones, Pedro Sánchez, estas se reducen a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Una subida de los salarios que ha generado mucha controversia. Por un lado, la situación que atravesaban los salarios en el país dotaban de gran optimismo el decretazo socialista. Sin embargo, desde el sector privado y el Banco de España,, esta reforma, sujeta a paja económica, solo incrementaba los costes laborales para las empresas, pudiendo provocar una destrucción de empleo en el largo plazo.

Hablo de incrementar costes laborales y de “paja económica” por el hecho de que la subida de salarios fue un decreto implantado por Sánchez, pero que, haciendo alusión a los datos, no se sustentaba en ninguna razón o excusa económica. Subir los salarios implicaba incrementar los costes laborales para las empresas, pero sin el consecuente incremento de ingresos que lo permitiese. Si observamos datos de competitividad en la empresa española, o productividad, podemos ver el estancamiento de ambas variables en los últimos dos años.

Por esta razón, el Gobierno de España debe retomar el debate económico desde el raciocinio. La economía comienza a estancarse y necesitamos retomar ese pedaleo que vuelva a cargar de inercia y velocidad a nuestra economía. Si nos dejamos llevar, esperando que la economía siga creciendo a costa de la inercia ejercida por unas reformas de la legislatura anterior, el propio cambio que experimenta la economía, así como el ciclo económico, nos llevará a vivir situaciones como las que se viven en Italia, donde han llegado a cosechar una recesión en los últimos trimestres.

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