¿Cómo determinar la inversión inicial en un negocio?
Una de las principales preocupaciones de todo emprendedor es definir la cantidad de inversión inicial necesaria para empezar un negocio. En un principio, se realizan una serie de previsiones que, por desgracia, a veces no son acertadas.
Hay que invertir adecuadamente hasta el último céntimo que se dispone. Quien tiene una capacidad de inversión mayor, por un lado, tendrá menos complicaciones para llegar a su objetivo. Ahora bien, también existe el riesgo que, dado que ve que dispone de tanto, acabe sobre invirtiendo respecto lo necesario.
¿Qué considerar al realizar la inversión inicial?
Algunos de los puntos que todo emprendedor debe de tener en cuenta cuando planifica qué cantidad de dinero destinará de un buen inicio a su negocio son los siguientes:
- Capacidad de endeudamiento: hay que ajustar correctamente hasta qué punto uno puede endeudarse para iniciar la actividad. Por un lado, hay que considerar aquellos recursos propios disponibles. Por el otro, la capacidad estimada en un futuro de generar beneficios que permitan devolver con comodidad el montante de la deuda contraída.
- Diferenciar entre lo necesario a comprar y alquilar: en algunos casos, la empresa no precisa de comprar determinados elementos, y menos en el inicio de la actividad. La compra suele implicar un endeudamiento y unos costes financieros a soportar. Así pues, por ejemplo, en lugar de comprar un local, en un principio, se puede optar por alquilarlo. Del mismo modo, existen contratos de arrendamiento como el leasing o el renting que permiten a la empresa utilizar un activo sin necesidad de comprarlo.
- Definir qué tareas externalizar: hay una serie de actividades que no generan valor en el negocio pero que son necesarias realizar para proseguir con la actividad, como aquéllas referentes a la gestión tributaria o administrativa. Llegados a este punto, el emprendedor debe calcular si le resulta rentable realizarlas o es preferible externalizarlas a algún profesional.
- Diferenciar cada una de las actividades: es importante detallar a dónde irá a parar el dinero de la inversión. Para ello, hay que separar el total de la actividad en cada una de las actividades a desempeñar, como por departamentos: marketing, producción, comercialización…
- Necesidad de disponer de líquido a corto plazo: durante los primeros meses, el negocio no tendrá aún la capacidad de generar una gran cantidad de ingresos. Ahora bien, en caso de haberse endeudado, sí que habrá que hacer frente al coste que ello conlleva. Por lo tanto, hay que dejar un sobrante para hacer frente a estos primeros meses y poder facilitar los pagos del circulante a corto plazo.
- Definir durante cuánto tiempo es posible mantener la inversión: marcar un límite temporal a la inversión. No es posible estar constantemente invirtiendo dinero a un negocio que no va a ninguna parte. Antes de provocar un agujero demasiado grande, es preciso frenar.
- Conocer las necesidades familiares propias: mientras se realiza la inversión, a la vez, hay que vivir. Por lo tanto, hay que disponer de un dinero para hacer frente a las necesidades básicas propias y de la familia.
- Conocer las barreras de entrada y salida de un mercado: saber aquellos impedimentos a nivel tecnológico, legal o del sector que dificultan que una empresa pueda entrar en el mercado.
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- Gestión de Patrimonios