Cómo y cuándo recurrir al apalancamiento

Cómo y cuándo recurrir al apalancamiento
Para recurrir al apalancamiento hay que hacer bien las cuentas (Foto: GETTY).

En determinados contextos, la empresa debe considerar la decisión de endeudarse para realizar una determinada inversión. Se trata de una decisión compleja, porque todo endeudamiento tiene un riesgo. En caso que el retorno esperado sea menor del esperado, corre riesgo hasta la propia viabilidad de la compañía y, seguro, se pasarán dificultades como mínimo en el corto plazo. Por lo tanto, antes de determinar si conviene o no endeudarse, la empresa debe analizar de qué recursos dispone, qué nivel de solvencia ofrece y si los ingresos esperados serán suficientes para ir pagando la deuda en el tiempo. Así pues, una de las herramientas utilizadas es el apalancamiento.

¿Qué es el apalancamiento?

A partir de lo explicado hasta ahora, se puede definir apalancamiento como el hecho de endeudarse para financiar una determinada inversión. Por un lado, el uso de deuda permite no tener que invertir todos los recursos propios (hecho que dejaría la compañía en una situación de extrema debilidad) y facilita el pago de la inversión en distintas cuotas durante el periodo de tiempo establecido. Por otro, supone un riesgo porque, en caso de tener dificultades, habrá que abonar unos intereses que suben el valor del capital que hay que devolver y que se ha invertido.

¿Cómo se realiza el cálculo?

En términos generales, podemos decir que el apalancamiento es el efecto que produce el hecho de endeudarse sobre los capitales propios de la empresa. Para determinarlo, debemos conocer el nivel de endeudamiento de la empresa en relación a sus recursos propios. Por lo tanto, primero, hay que calcular la rentabilidad económica. Se trata de dividir el resultado de explotación (también llamado beneficio antes de impuestos y beneficios) entre el activo. Para obtener el porcentaje, multiplicamos por cien. Ello nos indica qué beneficio de la actividad corriente (aquí no se incluyen ni los ingresos y gastos financieros ni el pago del impuesto de sociedades) se obtiene por cada cien unidades que se invierten.

El porcentaje anterior debe compararse con el llamado coste de financiación ajena. Se trata de la división entre los gastos financieros entre el total del pasivo (es decir, las deudas tanto a corto como largo plazo). Como en el caso anterior, se multiplica el resultado por cien.

Los datos se encuentran en el balance de situación y en la cuenta de resultados. Una vez se han obtenido los importes, se comparan los valores. Si la rentabilidad económica es superior al coste de financiación ajeno, entonces a la empresa le sale a cuenta endeudarse porque obtendrá una rentabilidad mayor a los costes que deberá hacer frente. En caso contrario, al ser los costes superiores a la rentabilidad, se desaconsejará realizar cualquier tipo de endeudamiento.

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