Los ciudadanos confían más en Google, Apple, Facebook y Amazon que en los bancos con los que operan

Google-Alphabet
Instalaciones de Google en Mountain View. (Foto: Getty)

A diferencia de lo que le ocurre a España con casi todo, en el ámbito tecnológico estamos por delante de países como Alemania o el Reino Unido. Aquí el 79% de los hogares tienen acceso a la Red, tasándose en 23 millones la actual población online de nuestro país, de los cuales 17 millones son usuarios de las principales redes sociales.

Esto ha modificado grandemente el consumo, tanto que en 2015 el comercio electrónico ha movido 20.000 millones de euros y es la forma de comprar para el 30% de los consumidores españoles. Esto parece que continuará creciendo a un ritmo del 20% anual por lo que se estima que para el año 2020, el 70% de las compras se hagan de manera virtual y no en tiendas físicas de nuestra querida piel de toro.

Ello va a modificar las prácticas de crédito al consumo pues desde cualquier plataforma online se podrá solicitar financiación para comprar casi cualquier cosa. Este reto no asusta a la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros (Asnef) que son conscientes de que deben adaptarse pero sí quieren alertar a los clientes de algunos riesgos que puede suponer la Red si no se utiliza con cuidado.

Óscar Cremer, presidente de Asnef ha declarado a preguntas de OKDIARIO lo mucho que le sorprende que la gente confíe más en Google, Apple, Facebook o Amazon que en los propios bancos con los que operan. «La gente facilita datos de máxima privacidad a estos gigantes y recelan de sus bancos cuando sólo los segundos tienen una ley de secreto bancario que les impide hacer utilización de esa información».

Para Cremer le parece un éxito de estas compañías tecnológicas pero a continuación alerta del desarrollo que están teniendo las financieras tecnológicas, las FintTech o las prácticas de banca en la sombra (shadow banking en inglés) que ya representan el 24% de los flujos financieros en la UE y el 40% en Estados Unidos.

Frente a un cada vez mayor intervencionismo regulatorio en las tradicionales financieras al consumo surgen estos competidores que escapan a todo control al no tener que ser supervisadas por el Banco de España.

Por este motivo, exigen que no se puedan dedicar al consumo aquellas empresas que no estén reguladas y que las compañías que carezcan de la condición de financieras no puedan utilizar nombres que induzcan al engaño o a la confusión de los usuarios. Para que me entiendan, que no puedan poner en sus nombres el calificativo de financieras.

Todo esto para evitar, para algo tiene que servir esta crisis bancaria que no acabamos de quitarnos de encima, que se desproteja a los consumidores que a dichas empresas acudan, que hacen competencia desleal a las tradicionales pues no se rigen bajo los mismos parámetros y por ello, quieran zafarse del marco normativo que las gobierna.

Asnef sí reconoce que han sufrido la crisis reputacional que ha azotado a las financieras tradicionales, cuyo número se ha visto reducido por la concentración en el sector de las Cajas de Ahorro, y que la bajada de actividad ha reducido, en los años más duros de la recesión, sus créditos al consumo entre el 35% y el 50%, según sectores.

También observan una «brecha generacional» que indica que los menores de 46 años son grandes adictos a la Red y que los nacidos después de 1980 (llamados millennials) no conciben otra cosa que internet.

Por todo esto hay que apostar por mejorar la experiencia del cliente, por un acceso rápido y cómodo al crédito por parte de los consumidores con el máximo nivel de protección pues la competencia vendrá también de operadores de otros países en los que todo esto está muy desarrollado como Alemania, Francia o el Reino Unido.

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